La librería Cornión, fundada en 1981 en el local de la calle de La Merced que ocupaba la recordada Atalaya, ha comenzado a liquidar sus fondos para ampliar en la planta principal del establecimiento la actual sala de arte que funciona en su planta baja. Lo confirmó ayer su propietario, Amador Fernández Carnero, que quiere tener abierta al público la nueva galería, con mucha mayor capacidad expositiva, el próximo mes de septiembre.

El dueño de Cornión, que tiene previsto jubilarse en poco más de un mes, dejará en manos familiares las riendas de este espacio artístico. Tendrá unos ciento cincuenta metros cuadrados, superficie que permitirá una atención más completa a las distintas disciplinas artísticas y a la notable nómina de creadores que vienen exponiendo con Amador Fernández Carnero desde hace años.

En realidad, la dirección de Cornión se dedicará exclusivamente a partir del verano a una de las dos actividades a las que ha dedicado su actividad desde su apertura. El próximo día 11 cumplirá, precisamente, treinta y siete años de actividad. Librería generalista, ofrecía también una atención especializada a las publicaciones de arte, arquitectura, montañismo, cartografía o asuntos asturianos. Llegó a tener en sus estanterías unos veinticinco mil volúmenes. Quedan ahora por liquidar, con descuentos del veinte por ciento, unos dieciocho mil ejemplares, según explicó ayer Amador Fernández Carnero.

Aunque no tiene aún definida la exposición con la que abrirá la nueva sala, el planteamiento del librero y galerista es, en un principio, el de organizar una muestra colectiva con la mayoría de los artistas ligados a Cornión. Hay que tener en cuenta que la galería de la calle de La Merced, con presencias en la feria internacional Arco, ha apoyado la obra y trayectoria de artistas tan notables como Aurelio Suárez, Camín, Pelayo Ortega, Miguel Galano, Luis Fega, Josefina Junco, Edgar Plans y Andrés Rábago (El Roto).

Amador Fernández Carnero no prevé una obra complicada para adaptar la librería a las funciones de sala de arte. La ciudad pierde una de sus mejores librerías, muy anclada en la historia de gijonesa de las últimas tres décadas y media, pero ganará, a cambio, una galería de mayores dimensiones que reforzará la ya notable oferta artística local.