Los nominalistas medievales decían que si llamáramos a la rosa de otra manera, seguiría siendo una rosa. El nombre de la rosa no es la rosa, sino sólo su nombre. El homenaje de la comunidad educativa del IES Doña Jimena al profesor Pedro López Pueyo, recientemente fallecido, incluyó dar el nombre de Pedro al aula del Departamento de Historia del instituto. De acuerdo. El aula de Historia seguirá siendo el aula de Historia aunque pongamos otro nombre a ese espacio. El nombre del aula no es el aula, sino sólo su nombre. Pero el tozudo nominalismo medieval debe rendirse a la evidencia de que, a veces, los nombres son tan exactos, potentes y apropiados que cambian las cosas que nombran. Si un aula lleva el nombre de Pedro López Pueyo, deja de ser lo que era. El nombre cambia a la cosa.

Bernardo de Morlay, un benedictino del siglo XII, trata en una de sus obras el famoso tópico del Ubi sunt, es decir, "dónde están": dónde están las ciudades famosas, los grandes de antaño, las bellas princesas... Todo lo traga la nada. Bernardo añade la idea de que de todo eso que desaparece sólo nos quedan meros nombres. ¿Qué queda de toda la belleza y la gloria humanas? El recuerdo, un nombre. "Por su nombre subsiste la antigua rosa", dice uno de los versos del De contemptu mundi de Bernardo de Morlay. ¿Dónde están? ¿Dónde están las lecciones de Pedro López? ¿Dónde está su ironía, su humor susurrado, sus innovadores ideas? ¿Qué queda de la belleza y la gloria de un maravilloso ser humano que se fue dejándonos a todos con la cara del que busca las llaves de casa sin encontrarlas? Todo lo traga la nada? O no. Claro que no. Por supuesto que no. De Pedro López queda, entre otras cosas, su nombre en una hermosa placa pegada a la entrada de un aula en el cuarto piso de un instituto gijonés. Por su nombre subsiste Pedro López.

"El hombre puso nombre a todos los animales", dice la canción de Bob Dylan. Poner nombre a las cosas es importante. Una rosa sigue siendo una rosa aunque la llamemos "piracloku". Vale. Pero a partir de ahora los jóvenes estudiantes sabrán que cuando entren en el Departamento de Historia del "Doña Jimena" se encontrarán con las ciudades famosas, con los grandes de antaño, con las bellas princesas, con toda la belleza y gloria humanas y, sobre todo, con el nombre de Pedro.