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DIEGO DÍAZ FIDALGO | Experto en inteligencia artificial y modelado matemático de Arcelor

"Si no sabemos cómo actúa la consciencia, no sabemos si se podrá replicar en máquinas"

"Lo que está más próximo es integrar tecnologías con el cerebro: ya hay sistemas que leen el pensamiento con sensores en la mandíbula"

Diego Díaz Fidalgo, ayer, ante la playa de San Lorenzo.

Diego Díaz, avilesino afincado en Gijón hace una década, es a sus 40 años está incluido en el grupo de ocho grandes expertos de Arcelor, puesto para ocupa desde hace un mes. Estudió ingeniería industrial en la Escuela Politécnica de Gijón. Tras licenciarse en 2002, continuó vinculado a la Universidad como becario del departamento de Automática y realizando el doctorado. Contactó con Arcelor en esa etapa y en 2004 se incorporó a la empresa. Forma parte del KiN (Knowledge Innovation), grupo de I+D en Asturias. Ahora es el referente en la multinacional en inteligencia artificial y modelos matemáticos.

- ¿En qué consiste ser un experto de Arcelor?

-En ser una referencia para la empresa en el tema en el que eres experto. Ya teníamos expertos en metalurgia, corrosión, conformado, cosas muy del núcleo de la industria siderúrgica y ahora con la digitalización que está moviendo el mundo, vieron que era conveniente tener también esa referencia en la inteligencia artificial y el modelado matemático.

- ¿No le abruma ser la referencia en su campo para un gigante como Arcelor?

-Por un lado, impresiona, porque al final te están diciendo que depende de ti tomar decisiones importantes. Pero llegar aquí ha sido una progresión, en estos 14 años llevo trabajando con personas de todo el mundo. El centro de I+D de Asturias es un centro global desde que se fundó en 2008, siempre hemos dado servicio a toda la empresa.

- ¿Cómo ha sido el salto?

-No ha habido ningún salto, es una continuidad. Ya entré en el mismo grupo de investigación en el que estoy ahora. De aquélla estaba empezando y la idea era aplicar las tecnologías más nuevas; la minería de datos, la inteligencia artificial, aprendizaje de máquinas y otras tecnologías digitales. La idea del KiN desde el principio era entrar en este tipo de tecnologías que ya se estaban usando en la parte más industrial, como el control de líneas, y llevarlas a la parte de negocio de la empresa: toma de decisiones no ya sobre el funcionamiento individual sino cómo organizar una linea de producción y de ahí hacia arriba; coordinación de varias instalaciones, compras, logística, finanzas... todo ese tipo de cosas. Y es una progresión en estos 14 años durante los que poco a poco fuimos extendiéndonos y tomando contacto con más partes de la empresa.

- ¿De dónde nace su vocación por la tecnología?

-Un tío mío hizo un curso de programación cuando yo tenía 10 años y me enseñó, yo aprendí un poquito de Basic y desde ahí yo ya estoy cacharreando con los ordenadores de continuo. Luego, en la carrera, me fui por la rama más informática dentro de la ingeniería industrial, la electrónica. Y cuando estuve de becario empecé a entrar en todo esto de la inteligencia artificial; algoritmos genéticos, lógica difusa, toda esta linea. Y, además, como me gustaba, era mi hobby, con lo que también iba avanzando por mi cuenta.

- ¿Puede una máquina llegar a pensar como una persona?

-Hay una vertiente académica, que tuvo una explosión a finales de los años 80 y principios de los 90, que busca entender cómo funciona la inteligencia humana intentando replicarla en ordenadores. Y luego hay una vertiente más práctica, que coge los avances en estas tecnologías y los aplica para obtener resultados. Los ordenadores son básicamente tontos; siguen las instrucciones al dedillo, pero tienes que dárselas muy detalladas. Con la inteligencia artificial lo que se busca es saltarse esa parte y que la propia máquina tenga aprendizaje. El caso clásico, una red neuronal, lo que haces es diseñar un sistema al que le vas enseñando ejemplos, en base a los cuales va actualizando los valores de su aplicación matemática, autoajustándose.

- Algunas películas de ciencia ficción se basan en que las máquinas llegan a tomar decisiones de forma autónoma de las personas. ¿Tiene visos de llegar a ser real?

-No lo sabemos. Si es posible potencialmente, sería a muy largo plazo. Con la tecnología que hay ahora, desde luego, no. No hay esa capacidad. Están muy limitadas, aunque no lo parezcan. Vemos la inteligencia artificial de Google que ganó al campeón mundial de go y ese tipo de cosas, pero sólo saben hacer una cosa para la que están entrenadas; tienen un campo muy estrecho. No tienen conciencia más allá de eso. No sabemos cómo funciona en nosotros la conciencia y por eso no sabemos si va a ser replicable en máquinas.

- ¿Y la integración de tecnologías con el cerebro humano?

-Eso está más próximo. Hay empresas trabajando en ello, en interfaces neurales que se llaman. La forma más sencilla son sistemas externos que pueden leer la actividad cerebral. Básicamente es interpretar un electroencefalograma, no estamos hablando de telepatía ni nada por el estilo. Algunos utilizan trucos un poco más inteligentes; hay un sistema del MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets) con el que si tú piensas el comando que le quieres dar, lo interpreta y lo entiende como si se lo hubieras hablado, luego lo que sea capaz de hacer con eso es otra cuestión, porque todavía no tienen una idea muy buena del contexto. Ese sistema del MIT coloca unos sensores en la mandíbula y cuando piensas algo, aunque no lo digas, envías una primera información por los nervios, que luego se inhibe, de ese modo el sistema identifica los micromovimientos que se forman e identifica lo que estabas intentando decir. Es una manera de hacer trampa; parece que te leen el pensamiento, pero realmente te están interpretando el movimiento de la mandíbula.

- ¿La digitalización traerá cambios en la forma de trabajar de los siderúrgicos?

-No me cabe duda. Por ejemplo, si estás hoy buscando una bobina comprobando las etiquetas, eso en una primera fase pasará a una especie de móvil con el que se pueda escanear y más a futuro la aplicación directamente te va a decir dónde está, porque todos los sistemas que se han utilizado hasta que llegó ahí esa bobina estarán conectados a una base de datos. Lo que era un ordenador completo de hace unos años cabe ahora en una placa de unos centímetros cuadrados y cuesta casi nada y tiene sensores con un nivel de inteligencia que no había antes y que puedes desperdigar por todos lados y que tienen capacidad de conectarse. Al final eso lleva a que todo va a estar enlazado y va a afectar a todo el mundo y va a requerir de los métodos de inteligencia artificial para coordinar todo eso y sacar algo de sentido, porque tienes millones de entradas continuas de información que no se pueden analizar sin la capacidad de cálculo de una máquina.

- ¿Qué nivel tenemos en los centros tecnológicos y en la Universidad en Asturias?

-No es que seamos Silicon Valley, pero tampoco es malo. Otra cosa es que particularmente en inteligencia artificial quizá haya un poco menos de movimiento que en otros lugares.

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