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Memoria del Gijón filonazi

La ciudad rindió homenaje a Hitler en abril de 1939 en el Instituto Jovellanos y dedicó una lápida recordatorio a un aviador alemán de la Legión Cóndor

Militares alemanes en el Muro en el verano de 1938.

El 20 de abril de 1939 tuvo lugar en Gijón uno de los actos públicos más relevantes de la entonces recién iniciada posguerra. El lugar, el Instituto de Jovellanos, el motivo, la celebración del 50.º aniversario del nacimiento de Adolf Hitler. El salón de actos, presidido por el retrato del führer y la bandera nazi, acogió una sesión solemne en la que las autoridades locales rindieron tributo al que se convertirá en uno de los mayores genocidas del siglo XX.

Recién terminada la Guerra Civil española, el ensalzamiento del Tercer Reich por parte del régimen franquista era obligado tanto por el apoyo político y diplomático recibido como por la ayuda militar prestada a los sublevados para lograr someter a la España republicana. Además la Alemania nacionalsocialista junto a la Italia fascista no sólo eran los aliados naturales del franquismo -de la misma forma que Francia e Inglaterra eran potenciales enemigas-, sino que su política autoritaria, represiva y nacionalista fue tomada como referente.

Con la Segunda Guerra Mundial llegó la exigencia de las correspondientes contrapartidas traducidas en el envío de unos 10.000 trabajadores a Alemania, el apoyo de la División Azul a la Wehrmacht para combatir en la URSS, el acceso a materias primas estratégicas, la cobertura a los servicios de inteligencia y espionaje nazis y el uso de los puertos españoles por la marina alemana. En paralelo el régimen franquista colaborará con el envío de más de 9.000 españoles a los campos de concentración nazis de los que más de la mitad serán exterminados.

Por tanto aquella fiesta de cumpleaños en el Instituto era acorde con la integración del régimen en el proyecto del nuevo orden nacionalsocialista. Y no fue el único homenaje, de hecho ya habían comenzado antes.

El primero tuvo lugar en diciembre de 1937, renombrando la plaza de Los Campinos, dónde estaba el consulado alemán en Gijón, como plaza de Alemania, reconocimiento en el callejero que también obtuvieron la Italia de Mussolini y el Portugal de Oliveira Salazar.

A este le siguió la colocación de una lápida en honor de Willi Sembach -aviador de la Legión Cóndor abatido en septiembre del año anterior- en una fecha tan simbólica como el 21 de octubre de 1938, primer aniversario de la ocupación de Gijón y del fin del frente Norte. Y se emplazó, nada más ni nada menos, que en la propia fachada del Ayuntamiento, a la derecha de la entrada principal y allí volvió a estar colgada una esvástica. La Legión Cóndor, unidad aérea nazi que participó en apoyo de los sublevados, era bien conocida por gijonesas y gijoneses tras sus bombardeos indiscriminados durante el verano y el otoño de 1937 sobre la indefensa población civil asturiana. Ahora al sufrimiento vivido se añadía el trato de héroes a sus agresores y por duplicado, ya que a finales de 1939 se inauguró, en la parte central del paseo de Begoña, un monolito ensalzando el recuerdo de otros tres aviadores, Heinrich Stallamann, Rudolf Harting y Karl Uhrmeister, derribados como Sembach mientras atacaban la ciudad.

Estos tres homenajes institucionales son la parte más representativa a nivel local de la admiración por los nazis de los vencedores del conflicto. Se imitaban sus modelos tanto ideológicos como culturales y se convirtió en algo conveniente y de buen tono aprender alemán e imbuirse de la cultura oficial del Tercer Reich. Este contexto sirvió para que propaganda y espionaje quedasen camuflados bajo un envoltorio de cultura que dio apoyo y cobertura a miembros del Partido Nazi y de la Abwehr -servicio de inteligencia militar- utilizando ese proselitismo cultural como tapadera.

Así en 1941, Ramón Serrano Suñer impulsó la creación de la Asociación Hispano-Germana, con el respaldo de los ministerios de Propaganda y de Asuntos Exteriores del Reich, mientras que por iniciativa del gobierno nazi se fundó en Madrid el Instituto Alemán de Cultura.

En el otoño de ese mismo año se constituyeron en Gijón el Centro Alemán de Cultura y la delegación local de la Asociación Hispano-Germana, ambos con sede en la calle Concepción Arenal 10. Víctor Manuel Pérez Prendes -catedrático de alemán en la Escuela de Comercio- fue nombrado presidente de la Asociación mientras al frente del Centro Alemán estuvo Gerhard Lepiorz hasta finales de 1942 y tras él su responsable pasó a ser un tal Hoffmann, sin que conste su nombre de pila.

El Centro Alemán de Cultura estuvo dedicado a impartir cursos de lengua y literatura alemana, si bien esa actividad ya había comenzado en octubre de 1938 de mano de Erhard Moerbt, entonces jefe local del partido nacionalsocialista en la ciudad, y se verá reforzada en 1943 con las lecciones de alemán emitidas por Radio Emisora Gijón durante media hora dos días a la semana. De forma complementaria se programaron conferencias y proyecciones cinematográficas siempre orientadas hacia la exaltación aria. Vinculado a este contexto también estuvo Alexander Jaenicke, cónsul alemán en Gijón ya desde la década de 1910, quien asumió gran protagonismo en este periodo debido a su cargo aunque sin que conste su militancia en el nazismo.

Fuera de las reseñas de prensa que nos testimonian estas actividades y sus protagonistas, hubo otro elenco de agentes y colaboradores de los que progresivamente van conociéndose sus nombres. En su mayor parte fueron alemanes afines al nacionalsocialismo si bien tampoco faltaron locales germanófilos por convicción política, por negocios o por ambas razones.

Jesús Mella desveló hace poco que el conocido empresario gijonés Bienvenido Alegría sirvió de enlace entre Cuba y Alemania durante la guerra, mientras el jefe del Partido Nazi local en ese tiempo fue Stefan Herberg y un agente de la Abwehr, apellidado Stahmers, le servía de apoyo.

Tampoco fue Gijón una excepción, ya que toda España vivió igual contexto. Así en Oviedo tuvo actividad Kurt Graf von Posadowsky, integrado en la plantilla de la Universidad, institución que incluso invistió doctor honoris causa a otro alemán, Siegfried Goossens, por una simple donación de libros a la biblioteca universitaria.

La evolución de la guerra, con 1943 como punto de inflexión del avance nazi, llevó a que el régimen franquista comenzase a marcar distancias hasta que la caída final de Hitler supuso la ruptura con un pasado reciente que convenía enterrar en el olvido.

La última actividad de la que hay constancia del Centro Alemán de Gijón fue un mes antes de la caída de Berlín, tras lo que la Asociación Hispano-Germana y este Centro desaparecen. No consta que en Gijón se celebrasen misas por Hitler en mayo de 1945, como sí se hizo por ejemplo en Avilés, Ciaño y Mieres con publicación de esquelas y recordatorios en los que se ensalzaba al fallecido como "defensor de la civilización cristiana".

A partir de ese mismo año el régimen franquista tejió otra de sus muchas imposturas, dando el cambiazo de su vinculación con uno de los regímenes más siniestros de la historia por una supuesta neutralidad que nunca fue tal.

La plaza de Alemania desapareció del callejero en 1962, la lápida de Sembach fue desmontada de la fachada del Ayuntamiento un año después y en abril de 1980 el concejal Luis Felipe Capellín solicitó la retirada de Begoña del monolito en honor de los otros tres aviadores, efectuada en noviembre de ese año.

Ir más allá de la historia oficial y sus ocultaciones nos ayuda a conocernos mejor y puede servirnos para reconocer otros cantos de sirena que siguen atenazando nuestro presente.

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