La Escuela Politécnica de Ingeniería tendrá que afrontar daños por más de un millón de euros tras las inundaciones de la madrugada del pasado lunes. Laboratorios anegados, aulas llenas de barro, ordenadores, copiadoras y material sensible destinado a la investigación echado a perder, sin contar todos los daños en el sistema eléctrico del edificio polivalente, el enorme boquete abierto en los cimientos que ha dejado al descubierto la estructura del complejo y los posibles problemas, aún sin evaluar, en el sistema de saneamiento. Todo ello compone el balance del estropicio en las instalaciones del campus gijonés que, a falta de una peritación más precisa, supondrá un importante desembolso para la Universidad.

Sólo en el área de Teoría de la Señal los docentes estiman que las pérdidas llegarán fácilmente al millón de euros. Los laboratorios de esta especialidad han quedado seriamente dañados por el agua y el barro que alcanzó los 80 centímetros de altura en la planta baja del edificio polivalente. Se trata de un área de trabajo que utiliza material muy sensible y muy caro, como es el caso de la cámara anecoica, una instalación utilizada en investigación para aislar completamente el ruido, absorbiendo todas las reflexiones producidas por ondas acústicas o electromagnéticas. Dicha cámara ha quedado afectada, y está por ver cuántos de los aparatos se podrán rescatar.

El agua entró en tromba también en el laboratorio de ciencias de los materiales, así como en el de soldadura, en el de robótica industrial y el de ingeniería eléctrica, dejando inservibles ordenadores y materiales almacenados. El archivo también resultó anegado, con numerosas cajas e incluso diplomas de alumnos nadando en el agua sucia. La cafetería sufrió igualmente daños cuantiosos, con dos congeladores de gran tamaño arrastrados literalmente por la riada, y con todas las provisiones de la despensa arruinadas.

Del mismo modo se estropearon todas las máquinas del servicio de reprografía, y la inundación alcanzó también a un pequeño salón de actos que quedó inundado, al servicio de deportes y al despacho de la médico que presta sus servicios diariamente en el centro: neveras y útiles médicos resultaron igualmente arruinados por el agua.

Con todo, lo que más preocupa ahora mismo en la Politécnica es el restablecimiento del servicio eléctrico. Los cuadros de entrada que conectan con el transformador de media tensión tendrán que ser sustituidos, y el objetivo es el de "ir recuperando la energía de forma paulatina en los diferentes módulos afectados", explica el director de la Escuela, Juan Carlos Campo.

Una tarea para la que ni la propia empresa encargada tiene fecha, dada la envergadura del edificio y la magnitud del daño. Será además el primer paso para poder conectar bombas de achique que despejen la zona de sótanos, bajo la estructura del edificio. Campo sospecha que puedan haberse producido problemas también en el saneamiento del centro, habida cuenta de que las tuberías subterráneas fueron arrastradas por la inundación y podrían haber sido arrancadas.

También deberán evaluarse los socavones ocasionados por el agua en el perímetro del edificio, que han dejado al descubierto las vigas sobre las que se sustenta la estructura de los módulos. En principio "no parece grave pero habrá que estudiar las consecuencias", señala el director. Pese al cierre del edificio sin fecha de apertura, los problemas "podrían haber sido mayores si la inundación se hubiera producido en plena temporada docente, con los laboratorios a pleno rendimiento y las aulas llenas", indica Campo. El hecho de estar a las puertas de los exámenes (de hecho comienzan hoy) hace que la ocupación del edificio sea menor, y por lo tanto se pueda limpiar y acondicionar de nuevo el polivalente de forma más segura.

Los estudiantes que tenían pruebas programadas estos días han sido recolocados entre los diferentes edificios departamentales y los aularios de la Escuela, sin que se haya hecho necesario recurrir a los espacios de la Escuela de Marina, como se ofreció en un principio. Ahora, toca que los peritos cierren la evaluación de las pérdidas y que los propios profesores de las diferentes áreas afectadas vayan viendo qué aparatos se pueden salvar y cuáles deberán ser desechados. "Estamos hablando de muchos cientos de miles de euros", señala Juan Carlos Campo sin atreverse a dar una cifra cerrada, porque "el material afectado por la inundación es muy caro y hay muchas zonas dañadas".