Mayores y pequeños unidos por el saber. Los alumnos del IES Rosario de Acuña celebran esta semana, y ya van tres ediciones, un programa de aprendizaje y servicio a la comunidad, en este caso a las personas usuarias del centro de mayores Clara Ferrer. La dinámica, como explica la directora del centro educativo, Isabel Puente, es sencilla: los chavales ponen a disposición de los abuelos lo que van aprendiendo a lo largo del curso, y los ancianos recuerdan para ellos lo que la vida les fue enseñando.

La jornada de ayer estuvo dedicada a la ciencia, con talleres de biología y de física y química. Mientras un grupo hacía ejercicios de preguntas en el jardín, otro se afanaba con varias demostraciones con las que advertir a los mayores y enseñarles a diferenciar correctamente productos químicos. Para ello los estudiantes se formaron en la Droguería Asturiana. "Una vez no, un cientu", resumía una usuaria del centro de mayores el número de veces que había comprado en el establecimiento. Desde aguafuerte hasta lejía, sosa o sulfato de cobre "de lo que muchos de nosotros usábamos en la huerta para los tomates", como indicaba encantada Lola Vigil, feliz de contar con la presencia de gente joven en el centro por unas horas. "Es muy divertido, son chavales muy majos", aseguraba.

Porque, por encima de todo, de lo que se trata es de que "puedan pasar tiempo juntos, conocer la realidad de las personas de cierta edad y ponerlas en valor, que su experiencia sea también una forma de aprender. A ellos les presta muchísimo ser escuchados", indica la psicóloga Rocío del Río.

Hoy les toca el turno a los alumnos de plástica y matemáticas, que han organizado un taller de tallado de jabones y un juego con números. El programa se cierra mañana miércoles con los alumnos de música, que llevan todo el curso preparando un concierto con baile para celebrar una gran fiesta. Porque el saber, igual que la diversión, ni ocupa lugar ni tiene edad.