Reptando sobre el barro, tirándose de cabeza por un tobogán de agua y espuma, corriendo con los pies atados, trepando cuerdas, avanzando por escaleras verticales, haciendo equilibrios y transportando sacos de arena. Así, sin parar y a toda máquina se ganaron ayer el diploma de los más fuertes los alumnos de quinto curso de Primaria del colegio Noega, imbuidos por el espíritu de la superación y los retos extremos, al más puro estilo de carreras como la conocida Farinato.

La idea de hacer del centro y sus alrededores un circuito de pruebas de habilidad y fortaleza partió de la responsable de Educación Física, Verónica Núñez, que desde el principio se volcó con la organización de una prueba en la que, además de los niños participaron sus padres e incluso sus abuelos. Porque el circuito debía cubrirse por parejas, y por eso hubo quien, como Antonio Carrera, ni lo dudó cuando se lo propusieron. "Por los nietos, lo que sea", aseguraba abrazando a su nieta, Ariadna Mayor. Llara Gómez también participó con su abuela, Rosi Díaz, quien "apenas se ensució, acabó la prueba muy limpia, y eso que el tobogán le encantó", sentenciaba la nieta.

En total las parejas tuvieron que enfrentarse a doce retos distribuidos por todo el centro, sin ánimo de competir sino de superarse y de estrechar lazos entre generaciones, con la diversión como objetivo final. Los participantes recibieron como recompensa un diploma, agua cedida por la asociación de padres y fruta para reponer fuerzas por gentileza de Fruasa.

Lo importante fue, por encima de todo, "pasárnoslo bien", como señalaban los niños mientras recibían en manguerazo de rigor para quitarse de encima el barro del circuito. Y a juzgar por las caras y el entusiasmo, lo consiguieron de largo. Eso sí, "yo estoy seguro de que los padres hemos disfrutado más que ellos", señalaba uno de los padres, Francisco Javier Calabozo. El año que viene prometen repetir.