Hay que reconocerle a José María Castrillón (Avilés, 1966) la singular y entretenida fórmula con que presenta al lector, en poco más de trescientas cincuenta páginas, algunos de los más complejos caminos por los que ha transitado la poesía universal a lo largo de los dos últimos siglos. "Subir al origen. Antología comentada de poesía no hispánica (1800-1941), enTrea, título que se presentó ayer en la librería gijonesa La Buena Letra, es un volumen extraordinario porque no hay, al menos en la tradición española, muchos ejemplos de planteamientos similares. "Tenía mucho interés en elaborar un libro que pudiera servir también a los no iniciados en la poesía", afirma el estudioso y antólogo.

Se nota que Castrillón, además de poeta él mismo de sólida trayectoria, es profesor con criterio (da clases en el Instituto de Piedras Blancas) y, sobre todo, lector inteligente y agradecido que ha sabido desentrañar a través de los textos de veintidós autores fundamentales las tramas de algunas de las tradiciones líricas contemporáneas. Y que es capaz de hacer, a su vez, una lectura antológica de esos textos cruciales en los de otros poetas que escriben en español. De Wordsworth a Ajmátova, pasando por Baudelaire, Rilke, Cavafis, Pessoa o Eliot, por mencionar sólo algunos de esos nombres señeros, Castrillón traza un mapa plausible de la mejor poesía occidental. Muchos de esos poetas se inscriben en lo que Octavio Paz denominó "tradición de la ruptura".

"En el libro hay también un interés personal: poner en orden mis propias lecturas y darles sentido", explica Castrillón. Le acompañó ayer en la presentación de "Subir al origen" el también poeta y periodista César Iglesias. "Los más comprometido ha sido elegir a los autores, porque todos tenemos de alguna manera un canon que correponde al de los poetas que gustan e influyen a la gente de tu edad", indica. Y, en este sentido, alguna precisión: "Verlaine no es muy leído hoy, pero tiene una gran importancia para la poesía en castellano por su influencia en la obra de Rubén Darío, que es de la mayor trascendencia para la lírica hispánica".

Castrillón insiste en que no ha querido hacer un canon, es decir, no ha pretendido establecer un catálogo preceptivo, una lista áurea que obedezca a una u otra escolástica. "Podría hacer otro libro con otros veintidós poetas", señala. Pero sí es cierto que en esta selección -en la que acoge diversas maneras de entender la escritura poética-, si no están todos lo que son, todos los estudiados han aportado algunas páginas memorables de la mejor lírica.

A la hora de elaborar "Subir al origen", un trabajo al que ha dedicado siete años de lecturas y escritura, Castrillón ha tenido en cuenta su propia experiencia cuando era estudiante en la Facultad de Filología de Oviedo. "Pudo influir", subraya. Es la detección de una carencia: cómo los planes de estudios -y hablamos de la Universidad- son incapaces de vérselas con las dinámicas literarias y con una concepción dialéctica de la alargada influencia de algunos textos. "Es un libro para abrir camino", insiste el profesor.

Entre los elegidos, ¿cuál es el poeta preferido de Castrillón? "Me quedaría con Walt Whitman, que fue quien me llevó a escribir; viene de una tradición romántica pero es capaz de acoger otras líneas", responde. El estudioso se siente, no obstante, como el "bisnieto" de todos esos poetas. "A la hora de escribir este libro he apostado por la amenidad, por el disfrute, así que introduzco una especie de dramaturgia en la presentación de cada uno de los poetas para dar un punto de emoción", añade. Y otra confesión: "La verdad es que echo en falta libros de este tipo". Por eso, claro, escribió "Subir al origen".