Todos los que bailaron ayer en la discoteca El Jardín probablemente guardarán su entrada como oro en paño. Tras sesenta años de historia, uno de los salones de fiestas más conocido de Gijón abrió ayer sus puertas por última vez. Lo hizo, eso sí, por todo lo alto. Con alrededor de 3.000 entradas vendidas, se organizaron dos fiestas: una para el público que acudía al local en los años 60 y otra para los que visitaron la discoteca a partir de los 80. "La semana pasada hicimos otra para universitarios. Por los bailes de El Jardín pasaron tres generaciones y nos teníamos que despedir de todos", explicó Corsino García-Rendueles, hijo de uno de los fundadores del local y actual responsable del mítico centro de reunión y ocio de miles de asturianos.

Los primeros bailes de ayer se echaron a partir de las 19 horas, en una fiesta concebida como un guateque de ambiente tranquilo y dirigido al público que solía visitar el local en los años 60 y 70. Los dueños del local invitaron, por tanto, a los artistas que se habían subido al mismo escenario hace cosa de medio siglo . Fue el caso de Carlos Díaz, guitarrista, que se señalaba a sí mismo con orgullo entre las decenas de fotografías que decoraban la terraza: "Estas fotos prueban que El Jardín para Gijón lo fue todo. Actuaron todos los artistas que te puedas imaginar. Era llenazo tras llenazo", aseguró. Con la guitarra vino también Nacho Alonso, que aseguró haber comenzado a tocar en El Jardín cuando alcanzó la mayoría de edad y recordaba los famosos bocadillos de calamar que se vendían.

El músico Miguel Escalada, por su parte, guarda en la retina una fiesta especialmente multitudinaria en los 60, que corrió a cargo de 'Fórmula V'. "Nunca se vio El Jardín tan lleno. La gente se subía literalmente por las paredes", aseguró. "Veníamos todos en grupos enormes, llenábamos autobuses enteros. Por 15 pesetas te servían una copa de vino de Los Corales", aseguró Jesús Caso que, además de definirse como un "cliente mítico" del local, es desde hace años su asegurador. "Pierdo a la vez mi discoteca favorita y a mi mejor cliente, pero me quedo con grandes amigos", reconoció.

Los más cañeros tuvieron que esperar a casi la medianoche para celebrar, ahora sí, la "ultimísima" fiesta de la historia de El Jardín, que subió el volumen para que las paredes vibrasen con temas de los años 80 y 90. "Nos despedimos con pena pero con mucha emoción, con mucho orgullo. Hemos hecho una fiesta a la altura de mi padre y de mi tío", explicó Corsino García-Rendueles. Su padre, que se llamó igual que él, falleció en 2016 y su hermano, Fernando, en 2013. "La historia de El Jardín la contaron ellos", sentenció.