Para el psicólogo, aún en la tragedia familiar las muertes pactadas como las de los ancianos de Gijón deben ser vistas desde una óptica "casi positiva; tenemos que pensar que se trata del último acto de libertad humana, y es algo más frecuente de lo que podemos suponer". Para el psicólogo "es algo trágico y humano, terrible y a la vez admirable, es un mecanismo al que alguna gente recurre ante la soledad absoluta que debe ser comprendido desde el absoluto respeto, aunque desconozco las circunstancias particulares de este caso", afirma.
Frente a las situaciones de desamparo a las que se ven abocados muchos ancianos en la sociedad actual, el sociólogo José Manuel Parrilla llama por su parte a reivindicar y poner en valor la figura del trabajador social, "tan relegada en los últimos años". Porque, tal y como señala, "tenemos poca capacidad para anticiparnos a este tipo de situaciones, los servicios sociales deberían realizar un trabajo cada vez más preventivo".
Y en este ámbito es clave, defiende Parrilla, el trabajo social. "Los recursos son limitados pero es una necesidad imperiosa acercarse a estos problemas", asegura. Una buena forma podría ser "contando con trabajadores sociales a pie de calle con un trabajo más cercano a los mayores y no sólo para la gestión de la burocracia; de este modo se podrían generar nuevas sinergias y detectar casos de riesgo, evitando tragedias como la de Gijón", indica Parrilla.
El sociólogo llama por todo ello a "repensar" el tipo de sociedad actual, sobre todo en lo que se refiere a los ámbitos urbanos en los que la soledad de los mayores pasa más desapercibida para el conjunto de la ciudadanía.
Y advierte: "estamos ante otro ángulo de la pobreza, la que tiene que ver con la pérdida de relaciones sociales, de la interacción de los grupos humanos". Y los políticos, sostiene el sociólogo, "no deberían quedarse impasibles ante ello".
