Pese a los esfuerzos municipales, la playa de Poniente amaneció ayer cubierta de basura, un año más, tras los festejos por la noche de San Juan. De poco sirvió la novedosa iniciativa del Consistorio, que repartió durante la mágica madrugada 3.000 premios a los usuarios que tirasen sus botellas de cristal en el contenedor apropiado. Una vez más, los operarios se toparon ayer con un total de 22.000 kilos de basura, algo menos de las treinta toneladas registradas el año pasado, pero un dato todavía negativo y que, según explicaron ayer los responsables de la empresa de limpieza, responde a "una concienciación ciudadana lenta pero en constante avance".

La apuesta clave de este año fue instalar siete contenedores de reciclaje de vidrio repartidos por el paseo de Poniente. La iniciativa, organizada por la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (Emulsa) en colaboración con Ecovidrio, pretendía evitar que el gentío pisase los vasos y botellas del suelo al terminar la fiesta, una práctica común en años anteriores, que dificultaba enormemente, según Emulsa, las tareas de limpieza por parte de los operarios a lo largo de la mañana. Para incentivar el reciclaje de vidrio repartieron a los usuarios un total de 3.000 "rascas" con los que se sorteaban bicicletas y entradas al Botánico, entre otros.

No obstante la empresa municipal reconoció que los siete contenedores no fueron llenados ni por la mitad de su capacidad y que muchos asistentes decidieron tirar todos su residuos en los contenedores normales. "Aprovechamos una noche tan ajetreada como la de San Juan para probar suerte y lanzar una campaña de reciclaje que ya se puso en marcha en varias ciudades de España. Algo hemos conseguido, pero tampoco mucho. Por lo general la gente decidió no reciclar. De todas formas, seguimos pensando que este tipo de actividades sí que son útiles para concienciar al público. De forma paulatina sí que creemos que el comportamiento irá a mejor", explicó Pilar Vázquez, gerente de Emulsa.

El equipo de limpieza comenzó a trabajar a las seis de la madrugada y a las pocas horas la playa ya estaba llena de bañistas. Varios operarios continuaron, no obstante, rastreando la arena hasta pasado el mediodía en busca de pequeños trozos de plástico y cristal. También se baldearon las escaleras de entrada y todas las aceras próximas a la zona de fiesta con mangueras de agua a presión.