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Un túnel del tiempo bajo Cimavilla

Los refugios antiaéreos de Gijón constituyen piezas únicas del patrimonio histórico ignoradas por el gobierno local

Entrada al refugio de Cimavilla. A. GONZÁLEZ

De los casi dos centenares de refugios antiaéreos que se habilitaron en portales, sótanos, construcciones exentas y túneles durante la Guerra Civil en Gijón, los de Cimavilla y Begoña son los únicos públicos que hoy perviven. Sabemos esto tras el minucioso estudio realizado por Toño Huerta en 2011 por iniciativa de la desaparecida concejalía de Memoria Social, entonces responsabilidad de Jesús Montes "Churruca", edil de IU.

Excavados a mano aprovechando los únicos afloramientos de roca existentes en el centro urbano, estos túneles permitieron cobijar en 1937 a la población civil que sufrió los bombardeos franquistas, parte de ellos realizados por la Legión Cóndor nazi. Ambos son equipamientos municipales, aunque a día de hoy no constan en el inventario de bienes del Ayuntamiento de Gijón e, incluso, el de Cimavilla aparece con una ubicación errónea en la web municipal.

La mayor peculiaridad de estos refugios antiaéreos es que estuvieron más tiempo activos en periodo de paz que de guerra. La II Guerra Mundial, primero, y la Guerra Fría, después, hicieron que el régimen franquista mantuviese activas estas instalaciones e incluso se mejorasen y ampliasen durante la década de 1940. Informes municipales constatan que ambos túneles podían utilizarse como refugios aún a mediados de la década de 1960, si bien en ese momento se intentó sacarles rendimiento alquilándolos a particulares. Un conocido hostelero local llegó a presentar una propuesta para convertir el refugio de Begoña en una boîte -hoy hablaríamos de un pub-, aunque la necesidad de construir un nuevo acceso dejó la iniciativa finalmente sin efecto.

El abandono definitivo de estas infraestructuras hacia 1970 hizo que pasasen al olvido e incluso durante décadas han venido realizándose diversas intervenciones urbanísticas sobre ellas sin tener en cuenta su existencia.

Hacía más de medio siglo que no se realizaba un reconocimiento técnico como el acometido ahora en el de Cimavilla, aunque sí pudo haberse hecho antes. En 2011 el cambio de gobierno municipal truncó la prospección de estas galerías pese a haber presupuesto consignado para ello. Aunque desde el otoño de 2016 el equipo de gobierno de Foro contaba con el mandato del Pleno Municipal de investigar el estado de estos refugios, nada se hizo por cumplirlo. Han sido siete años en los que sólo el tesón de la sociedad civil ha hecho posible la convocatoria de ayudas destinadas a recuperar las investigaciones sobre memoria social y, en este caso concreto, ha sido esencial el respaldo de la Asociación Lázaro Cárdenas para dar continuidad a las tareas paralizadas en 2011.

Debe tenerse en cuenta que estamos ante un tema de interés histórico, pero también ante la necesidad de controlar un riesgo latente puesto que se trata de estructuras realizadas hace más de 80 años, con medios precarios y de manera improvisada. Ahora ya es posible realizar el estudio en detalle del refugio de Cimavilla, pero sigue desconociéndose en qué estado se encuentra el túnel de Begoña, ubicado bajo las calles de Fernández Vallín y Menén Pérez. Desde comienzos de este siglo, esta galería ha sido perforada accidentalmente casi media docena de veces a consecuencia de diversas obras en la zona, furgonetas de Correos y camiones de reparto cargados pasan sobre ella a diario, no existe ningún control de su estructura ni ningún técnico municipal conoce su estado. Pero, pese a saberlo, la actual autoridad competente opta por ignorar esta situación.

Puede afirmarse que estos refugios que, por fortuna, ya no cumplen con su función original constituyen hoy auténticos túneles del tiempo y son piezas únicas del patrimonio histórico del municipio. Espacios angostos, oscuros, lúgubres, húmedos, incómodos pero que en aquellos días fueron un lugar esencial para sobrevivir y en el que quizás muchos tuvieron la esperanza de que llegasen días mejores, días como los nuestros.

Una simple visita a estos túneles nos ayudará a revivir un periodo funesto de nuestro pasado común cuyo conocimiento completo resulta esencial para conocer nuestra historia, a la vez que servirá para que nosotros y las generaciones futuras podamos apreciar lo afortunados que somos y lo esencial que es lograr una convivencia en paz.

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