Germán Fernández acumula ya más de 365 días tratando de recuperarse de las graves secuelas que le dejó una trifulca en la zona de Fomento en la madrugada del 14 de julio de 2017, un caso que conmocionó al municipio y despertó la necesidad de replantearse los hábitos de ocio nocturno de los jóvenes en Gijón. Un año después son más las dudas que las certezas sobre lo que ocurrió aquella noche de infortunio y es por eso que una de las defensas ha solicitado formalmente la realización de un careo entre tres de los jóvenes encarcelados por estos hechos -Imad A. (19 años), Yeray R. V. (20 años) y Rubén Á. H. (18 años)- con la intención de determinar quién fue el autor del golpe que motivó la caída al suelo Germán y que provocó el impacto contra el bordillo. Ninguno de ellos asume, por el momento, la autoría y cada uno apunta en otra dirección.

Todo se originó en un local ubicado en la confluencia entre las calles Marqués de San Esteban y Felipe Menéndez. Germán Fernández acudió con dos compañeros con los que trabajaba en una sidrería de Poniente al salir de trabajar para encontrarse con varios amigos. Al salir se produjo el primer encontronazo entre ambos grupos, con Imad A., supuestamente, impidiendo el paso a uno de los compañeros de Germán que respondió agarrándole del cuello, algo por lo que está denunciado también. Tras una serie de amenazas todo siguió en el exterior. Golpes de uno y otro lado, según relataron ambos grupos. Uno de ellos alcanzó a Germán Fernández, que se fue al suelo golpeándose contra el bordillo y quedando tendido en el suelo. Entre la vida y la muerte. Muchos de los implicados huyeron.

Aquella noche, a las pocas horas del ingreso de Germán en el HUCA, ya había dos personas detenidas: Imad A. y Yeray R. V.. Entonces daba sus primeros pasos una dura y larga investigación de la Policía Nacional -se prolongó varios meses, hasta el último detenido, Jorge Á., que ingresó en prisión a finales de octubre de 2017- que estuvo torpedeada de inicio por muchos testigos que, de forma accidental o malintencionada, decían haber visto cosas y personas que ni aparecieron ni estaban entonces, desdiciéndose poco después. De hecho, hubo un joven -con antecedentes previos- que pasó una noche en prisión por el testimonio de una persona que le situó en la zona. Al día siguiente confesó haberse equivocado y el joven quedó en libertad. Otro joven, también de 20 años, estuvo quince noches en el Centro Penitenciario de Asturias hasta que el testigo que le señaló al principio luego no pudo identificarle correctamente en la rueda de reconocimiento en el Palacio de Justicia. Pese a que fue vestido exactamente igual que el día de autos.

Aquellos fueron días de confusión, tensión y urgencia social por encontrar culpables. Un juicio paralelo. Germán seguía en coma en la UCI -allí estuvo casi 50 días- y hasta fue intervenido de urgencia horas después de que -era el 21 de julio- más de medio millar de personas cortasen el tráfico en la calle Marqués de San Esteban para condenar cualquier tipo de violencia en las zonas de ocio. La magnitud social y mediática que adquirió el caso en aquellas fechas dificultaron la investigación. Es por ello que algunas defensas ven la permanencia en prisión de sus clientes "únicamente comprensible por el juicio paralelo al que se han tenido que enfrentar los investigados en los medios de comunicación". Su reflexión es que si fue un solo golpe -se apoyan en el informe forense remitido al juzgado, el que recibió Germán Fernández-, "¿por qué hay cuatro personas encarceladas?".

Después de que Germán abandonase la UCI y ya no se temiera por su vida -siguió recuperándose en el Institut Guttman de Barcelona, especializado en neurorehabilitacón, y ahora en Madrid en un centro de día- la convulsión social se fue apaciguando mientras que la investigación permitía esclarecer un poco más lo ocurrido. Toma de declaraciones de testigos -también de investigados-, pruebas y más pruebas para concluir una instrucción que ya languidece -el juez declaró el caso causa compleja- mientras que una y otra vez son denegadas las peticiones de libertad provisional formuladas por las defensas. "En casos como el del atropello de Somió, con resultado mortal y posterior fuga del conductor, el supuesto autor estaba en libertad a los apenas tres meses; no es aceptable que estos chicos permanezcan allí", reflexiona una de las letradas defensoras.

Solo Imad A. y Yeray R. V. han salido unas horas de prisión en este último año. Una de ellas lo hicieron juntos, para aceptar diez meses de cárcel por otra agresión en Fomento, una pena que, en el caso de Yeray R. V. ya estaría cumplida. Imad A., además, fue condenado a tres años de prisión por romperle la mandíbula a un menor de edad -sentencia que está recurrida- y aceptó otro año de cárcel por patear en el suelo a un policía fuera de servicio. Ninguna de estas sentencias servirá como antecedente penal, pues en el momento de originarse el caso Germán los dos carecían de condenas anteriores a efectos de reincidencia. No constan causas pendientes ni de Rubén Á. H. ni de Jorge Á.. Muchos ya dan la instrucción por terminada y esperan para ir a juicio lo antes posible para poner blanco sobre negro.

Germán Fernández, la víctima, a su forma, también continua presa de las secuelas que le impiden llevar una vida normal, tal y como la disfrutaba antes de lo ocurrido. Sonríe, mejora a pasos agigantados gracias a su fortaleza y los avances son notables pero el camino es largo y lento. El joven no se rendirá.