Las miradas de una gran parte de los gijoneses, así como de muchos turistas que se encuentran en la ciudad, estaban ayer puestas en el cielo para contemplar el Festival Aéreo. Muchas, pero no todas. Con motivo de la edición 12+1 de este evento, el Muséu del Pueblu d'Asturies volvió a llevar a cabo la Folixa pola Paz, su cuarto año como "contraprograma" al primero mencionado.

La cita, promovida por las asociaciones Acción en Red Asturies, Coordinadora Asturiana de ONGD y el Conseyu de la Mocedá de Xixón, albergó diversas actividades para intentar ser "una respuesta alternativa" al Festival Aéreo Militar Ciudad de Gijón, señaló Lucía Nosti, miembro de "Acción en red Asturies". Un espacio "de intercambio, con temas de paz y multiculturalidad", expresó Noemí Rodríguez.

El acto comenzó con la lectura de un manifiesto antibélico, el inicio de una jornada que contó con actividades para los más pequeños, como el taller de cometas, un cuentacuentos, juegos tradicionales asturianos o el taller de "bombas de semillas". Los asistentes disfrutaron de las actuaciones musicales de "Ún de Grao" y "La Bonturné", dos espacios musicales para luchar "contra el ruido de los aviones", tal como explicó Noemí Rodríguez, presidenta de la Coordinadora Asturiana de ONGD. Asimismo, dentro del recinto se reservó un espacio para la exposición "Refugio contra barbarie", lugar donde diversos artistas asturianos mostraron su visión de la crisis de refugiados. También hubo momentos para compartir té en jaimas instaladas en el museo.

Por su parte, Aridane Cuevas, miembro del Conseyu de la Mocedá de Xixón, quiso mostrar su rechazo a que Gijón albergase el Festival Aéreo, relatando que hace poco la ciudad acogió a dos embarcaciones de labor humanitaria y que "unos días parecemos supersolidarios y otros cogemos aviones militares".

Está claro que, con esta cuarta edición, Gijón también demuestra que hay sitio para todos. Y que no todas las miradas de ayer tenían que apuntar al cielo.