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"Guernica", el retorno del último exiliado

Una muestra recoge en Gijón la odisea de la obra de Picasso, cuya importancia "trasciende el mundo del arte"

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Exposición "Guernica" en Gijón

Una obra de arte es como un ser humano: va buscando su lugar en el mundo hasta que lo encuentra y se asienta en él. En el caso del "Guernica" de Picasso, acaso el cuadro más icónico del siglo pasado en España, esta máxima adquiere un nuevo cariz. El cuadro alusivo al bombardeo alemán de Guernica fue exiliado, vivió refugiado, fue repatriado y, al final, se convirtió en ciudadano ilustre de vuelta a su país. Viajó por cuatro decenas de ciudades a un lado y otro del Atlántico. Fue una odisea que ahora se recoge en la exposición "Picasso. El viaje del Guernica", que se puede disfrutar todo el mes de agosto en una carpa situada en los Jardines del Náutico de Gijón.

Es una muestra que recoge el periodo creativo del pintor malagueño desde que el Gobierno español de la II República le encargase la obra mural, únicamente facilitándole unas medidas, para hacer de ella un gran elemento de propaganda en la Exposición Internacional de París en 1937. Unas vagas pautas que "el último gran pintor del siglo XIX", como lo califica Carlos Martín, asesor de la exposición, convirtió en una de las obras cumbre del siglo XX.

Y es que la importancia del "Guernica" "trasciende con mucho de su presencia física, del propio mundo del arte, para adquirir un significado incluso más rico que la propia obra", explica Martín. No en vano, la historia de cuadro no deja de ser la historia de Europa a lo largo del pasado siglo.

Testigo directo de la Guerra Civil española, tuvo que ser evacuado de Europa con motivo de la II Guerra Mundial. Tuvo, junto con su autor, cierta importancia en la Guerra Fría e incluso fue atacado con un spray en plena Guerra de Vietnam, cuando estaba expuesto en el MoMa de Nueva York, por Tony Shafrazi, que vio en la violencia contra el pueblo vietnamita una réplica del horror de Guernica.

Todo, para acabar por convertirse en el símbolo del fin de la Transición española, con su vuelta al país de su autor en 1981, donde se asentó temporalmente en el Casón del Palacio del Buen Retiro. No obstante, estrictamente hablando, el cuadro no vuelve a España, pues nunca había estado en territorio patrio, pero sí en el imaginario popular de los españoles. Su vuelta -o llegada- supuso el punto final de la Transición, pues Picasso había dejado escrito que el cuadro no podía asentarse en España hasta que no se recuperasen las libertades públicas del país. "No hay imagen más icónica de lo que fue la España de los años ochenta que el 'Guernica' expuesto tras un sarcófago de cristal antibalas de 8 centímetros y escoltado por dos guardias civiles", por miedo a que fuera atacado por grupos de extrema derecha o incluso por ETA, reflexiona Martín.

Desde 1992, el cuadro se mantiene en el Museo Reina Sofía, tras ser enrollado y desenrollado 19 veces, visitar 40 ciudades, volar a España escondido en un vuelo comercial desde el aeropuerto JFK de Nueva York, dar giras por Estados Unidos venerado como una reliquia laica y asistir al paso del siglo más convulso de la historia como símbolo de su brutalidad. "Con cada viaje, cada lugar que visitó, su significado cambió, "sigue siendo polisémico y polémico. Su riqueza está en su expansión después de que la gente se haya ido apropiando de él para ilustrar reivindicaciones de todo tipo, haciéndolo suyo", afirma Martín.

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