La condesa viuda de Revilla-Gigedo, Carmen Barcáiztegui Uhagón, fallecida el domingo en la quinta familiar en Deva, será despedida hoy, martes, a las seis de la tarde, en la capilla de Nuestra Señora de la Peña de Francia, donde tendrá lugar la misa funeral y posterior entierro de la finada. Carmen Barcáiztegui Uhagón, de 93 años, era hija de los condes de Llobregat y viuda de Álvaro de Armada y Ulloa, fallecido en enero de 2014. Hace sólo unos años su hijo, Álvaro Armada y Barcáiztegui, se refería al delicado estado de salud de su madre en los últimos tiempos algo que, sin embargo, no habían hecho mella en su "fuerte carácter de patriota vasca", como la definió.

Álvaro de Armada y Ulloa fue el IX Marqués de San Esteban del Mar de Natahoyo, VIII Conde de Revilla-Gigedo, Grande de España, VI Conde de Güemes y XIX Adelantado de La Florida. Su matrimonio con la ahora fallecida tuvo lugar en el País Vasco en el año 1950 y de él nacieron seis hijos: Álvaro, Carmen, Rafaela, Micaela, Teresa y Casilda. El primogénito, Álvaro de Armada y Barcáiztegui, nacido en Madrid en 1953 y casado en 1981 con Hilda Pía Falcó y Medina, condesa de Villanueva de las Achas, es el actual IX Conde de Revilla-Gigedo.

El santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, tradicional panteón de la familia del Conde de Revilla-Gigedo sobre el Güeyu de Deva, donde hoy volverán a citarse hijos, nietos y bisnietos de la fallecida, se inauguró en el año 1691 a instancias del prior de la catedral de Oviedo Luis Ramírez Valdés, el mismo que también mandó construir la Colegiata de San Juan Bautista anexa al palacio de la plaza del Marqués. Sobre ese santuario donde será enterrada doña Carmen Barcáiztegui Uhagón escribió Jovellanos, y también sobre su entorno: "Al pie de la ermita rompe un riachuelo que, abriéndose a flor de tierra y haciendo a su salida un ancho y cristalino remanso de dos a tres pies de fondo, toma después su curso, y forma en sus aguas uno de los brazos del río Piles que desagua en la playa oriental de la villa. Este remanso se ve siempre lleno de pequeñas truchas que, con el título de Güeyu de Deva, se estiman mucho en Gijón por su exquisito sabor".