En la hermosa capilla de la Nuestra Señora de la Peña de Francia, adornada por las banderas de España y Asturias, reposan desde ayer los restos de la condesa viuda de Revillagigedo, doña Carmen Barcáiztegui Uhagón, fallecida en pasado domingo en la quinta familiar de Deva, a los noventa y tres años. Antes de proceder a la ceremonia religiosa, sus cenizas fueron depositadas en la cripta del pequeño templo, frente al altar mayor, junto a los restos de su esposo, Álvaro Armada y Ulloa. Su hija Rafaela Armada Barcáiztegui, en su posición de primogénita, fue la encargada de entregar las cenizas al oficiante para que éste las condujera a su lugar definitivo, bajo los sones del canto "Tú nos dijiste que la muerte, no es el final del camino?".

Presidió el funeral el ex rector de la Basílica del Sagrado Corazón, Julián Herrojo, acompañado del párroco de Deva, Celso González y el director para Asturias de la Compañía de Jesús, Inocencio Martín.

La liturgia estuvo ilustrada por la voz de la soprano Margarita Pescador. Epístola de San Pablo a los Corintios, y Evangelio de San Juan. En la homilía, Julián Herrojo puso de relieve la profundidad de la fe de la difunta, desde su bautismo. Hija de una familia guipuzcoana, los condes de Llobregat, descendientes directos del héroe de Las Antillas. Blas de Lezo, se casó en 1950 en Fuenterrabía. El matrimonio tuvo seis hijos, siendo el único varón el hoy conde de Revillagigedo. Julián Herrojo dijo que de las tres virtudes teologales es la esperanza la única que no tiene sucedáneos; la fe puede ser de muchas maneras, así como la caridad, pero la esperanza de una vida eterna, es la razón de nuestra existencia.

Al final Álvaro Armada y Barcáiztegui, dio las gracias a todos los presente, los hijos y nietos de la difunta, así como a los numerosos amigos de la familia, entre los que cabe destacar el duque de Fernández Miranda. Se hizo un intento de cantar el Himno de la Virgen de la Peña de Francia, cuya letra fue un encargo de la condesa a Sergio Domingo, pero se optó por cantar el Himno de Covadonga y la Salve Marinera. Luego, todos los presentes se reunieron en el amplio jardín de la finca para disfrutar de la hermosa tarde.