- Defínase, por favor.
-Nací en Gijón (1959), pero mis padres eran de Zamora. Tengo un hermano menor que también es policía. Estoy casado y tengo dos hijos. Llevo en Gijón desde 1999, anteriormente estuve dieciséis años en Bilbao.
- ¿Por qué quiso ser policía?
-Toda la vida no tuve otra ilusión, aprobé el ingreso a la primera. Acabé COU en 1976 y empecé a prepararme en la academia de Diéguez y Losada. Losada se desligó quedando solo Diéguez, pero pronto se incorporó Menoyo. Soy policía desde 1980.
- ¿De pequeño era usted el bueno de la peña?
-Era como todos. Pero malo, malo, nunca fui.
- ¿Qué se siente al ser una autoridad?
-Yo eso lo veo como una cuestión de servicio a la sociedad, yo no voy por la calle pensando que soy una autoridad, pienso en si puedo ayudar a alguien.
- ¿Lleva pistola, ahora?
-Sí.
- ¿Dónde?
-En la cintura.
- ¿Siempre va armado?
-Siempre, no es obligación; al principio, sí. Pero pienso que un policía tiene que serlo en todo momento y si surgiera un conflicto estoy obligado a intervenir.
- ¿Ha disparado muchos tiros?
-En la galería, sí, pero en la calle nunca. Ni tampoco he tenido que disparar, pero esgrimirla como medida disuasoria, sí: en Bilbao, aquí no. El 90 por ciento de los policías nunca han disparado a nadie.
- ¿Le ha salido alguna vez el tiro por la culata?
-Supongo que sí. No recuerdo ninguna ocasión, pero seguro que en alguna oportunidad no salieron las cosas como esperaba.
- ¿Cuándo empezó su afición taurina?
-Desde siempre. De pequeño pasé tres años en Zamora, con los abuelos, y jugábamos a los toros, uno hacía de torero y el otro de toro, incluso de picador. Y cuando televisaban una corrida en el pueblo, como sólo había una televisión íbamos todos a verla, como si fuera un partido de fútbol.
- Se sabrá usted el reglamento de la pe a la pa?
-Bueno, lo conozco, sí.
- ¿Está preparado para sufrir las protestas del público?
-Sí, pero el público en general se porta bien, hay que entenderlo, pero poco me va a alterar.
- ¿Siente satisfacción cuando saca el pañuelo blanco?
-Por supuesto, lo que más quiero es conceder trofeos.
- ¿Concedió alguna vez un rabo?
-Nunca. Es muy difícil, tiene que darse una faena excepcional.
- ¿Qué les diría a los antitaurinos?
-Nada. No pienso entrar en polémica con ellos. Tienen que aprender a respetar las aficiones de los demás.
- ¿Cree que conseguirán algún día abolir la fiesta?
-Yo espero y deseo que no.
- En deporte, ¿a qué juega?
-Jugué de pequeño al fútbol. Y en Bilbao, al squash, pero aquí no juego a nada. Jugaba más en Bilbao, con las dificultades que había, que aquí, en Gijón, que todo son facilidades.
- ¿Lo paso mal en Bilbao?
-No. Hubo momentos muy duros, es paradójico decirlo, pero yo personalmente no lo pasé mal, pese a que en los dieciséis años que viví en Bilbao, en el cuerpo mío, mataron a 28 compañeros, casi dos por año. Eso propiciaba una unión con los compañeros, y lazos de amistad que duran hoy.
- ¿Con qué se le parte el corazón?
-Con las injusticias que no puedo hacer nada por remediar.
- ¿A quién expulsaría de esta sociedad?
-A los que no respetan a los demás.
- ¿Cuántas mujeres hay en su vida?
-Dos, mi mujer y mi hija.
- Me refiero a los amores?
-Nunca fui muy ligón, más bien era de dejarme ligar.
- ¿Qué hace en su tiempo libre?
-Paseo, leo, y hay dos días a la semana que como tengo un problema de espalda, voy al Grupo Covadonga a hacer gimnasia de recuperación.
- Oiga, ¿donde pone el ojo pone la bala?
-Sí, casi siempre.
- ¿Cómo va a vivir las fiestas de Begoña?
-Las paso enteras en la plaza de El Bibio. A las nueve de la mañana ya estamos allí, excepto la pausa para comer. Se abre la plaza para que el público vea las reses que se van a lidiar esa tarde.
- ¿El machismo de este país tiene remedio?
-Sí, con educación. Hay que inculcar a los niños desde pequeños que hay que respetar a las mujeres, que tienen los mismos derechos que ellos. No es un problema policial porque se genera en la intimidad de la familia.
- ¿Le gustaría sacar el pañuelo de conceder el indulto a un toro?
-Sí, pero con justicia.
- ¿De qué color es?
-Naranja.