La misa de Begoña más emotiva fue la que ayer protagonizó Juan Suárez-Lledó en la parroquia de San Pedro. No solo por la propia festividad, sino por la ocasión tan especial que significó para el recién ordenado sacerdote y para todos sus allegados. La primera vez nunca se olvida y desde luego Suárez-Lledó tampoco lo hará, pues la iglesia rebosaba de gente venida desde todos los rincones del mundo para arropar al sacerdote del Opus Dei en su primera celebración de la eucaristía.

Familiares y amigos del clérigo recibieron la invitación a tan señalada cita hace unos meses y nadie quiso perdérselo. Jose Suárez, María Suárez y Ana Suárez, tres de los hermanos del clérigo, volvieron a Gijón para encontrarse una vez más con su familia, como acostumbran a hacer en las fiestas: "Jose, María y yo vivimos en Barcelona y solemos venir en vacaciones: Navidad, Semana Santa, verano; Teresa, mi otra hermana, está aquí en Gijón", cuenta Ana Suárez.

En esta ocasión, sin embargo, la reunión era por un motivo más emocionante: acompañar al religioso en su debut al otro lado del altar.

A pesar del largo trayecto que los hermanos Suárez-Lledó hicieron para asistir a la primera misa de su recién ordenado hermano, el familiar que hizo el viaje más largo fue un tío de Juan Lledó, que se trasladó desde Rusia para no perderse el tan esperado acontecimiento: "El tío que ha venido desde más lejos es uno de Rusia", asegura el sacerdote, "luego ha habido de todas partes de España".

El sacerdote comenzó su homilía recordando con nostalgia y emoción que "venía a misa en verano aquí, a San Pedro". Las sonrisas se extendieron después entre los bancos cuando Lledó agradeció su presencia a todos los asistentes y les deseó que "os sea leve", en referencia a su sermón.

"Estoy muy contento de hablaros aquí, en este día, en mi ciudad", dijo el sacerdote, de nuevo con voz emocionada. Y continúo la homilía que llevaba meses preparando en la que hubo espacio para preguntarse "¿por qué yo, señor?", para explicar a sus feligreses cuán feliz se siente cuando "acerco un poco a Dios a la gente", y para recitar "el mejor salmo que he escrito nunca". También le dedicó unas palabras al párroco de la iglesia, Javier Gómez Cuesta, al que tan agradecido está por haberle cedido el día de Begoña para su presentación en sociedad.

Una vez acabada la eucaristía, que estuvo acompañada por un coro cuyas canciones estaban dedicadas a la virgen, comenzó el besamanos que acostumbra a llevarse a cabo en ese singular día en la vida de un sacerdote. Más de la mitad de los asistentes se congregaron frente al altar para felicitar tanto a la familia como al propio Suárez-Lledó por la ceremonia, y para besar las manos del sacerdote, que se estrenó por todo lo alto en el día de cierre de las fiestas de Begoña.