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La banda del lagar: Un modus operandi poco visto en Asturias

Encontrar la caja fuerte fue la principal obsesión de los ladrones en todos los ataques, según sus víctimas, a las que amenazaron de muerte

El modus operandi de la banda del lagar pocas veces se había visto en Asturias. Mientras la mayoría de asaltos en casas de la zona rural se producen aprovechando la ausencia de sus dueños, este grupo del Este solo actúa cuando la vivienda está habitada, un rasgo que a raíz del ataque en Sidra Menéndez provocó un gran temor entre los vecinos de la zona.

El por qué de esta cuestión está en que encontrar las cajas fuertes fue su principal "obsesión", según sus víctimas, desde que empezaron su periplo delictivo. Tanto en Fano como en Les Mariñes. ¿Quién mejor que los dueños para señalarles el botín coaccionados por amenazas de muerte? Ahora, con dos detenidos ya en prisión, la banda del Este parece haberse alejado de Asturias, pero las fuerzas de seguridad no bajan la guardia.

El primer golpe lo dieron la madrugada del 18 en la casa familiar de Sidra Menéndez. Cuatro encapuchados aprovecharon la ventana abierta de la terraza para colarse en la vivienda, ubicada en la vieja carretera entre Gijón y Pola de Siero. En el momento del asalto, el lagarero Sabino Menéndez, de 73 años, dormía en su habitación, su hija Lucía también descansaba en otro cuarto, y su mujer y su suegra (94 años) estaban viendo la televisión en el salón. "¡La caja fuerte!", le gritaron los delincuentes a Menéndez antes de propinarle un fuerte golpe en la cara. Tras conseguir un botín de unos 8.000 euros, entre billetes y joyas, maniataron a los cuatro miembros de la casa -a la abuela no le ataron las manos, sólo los pies- y les rompieron los teléfonos. El objetivo era ganar tiempo en su huida. Para ello, robaron el coche del lagarero, que finalmente abandonaron en un solar de Pola de Siero con una rueda reventada.

Empezó así la búsqueda de los integrantes de la banda del lagar. A la Guardia Civil no le constaban robos similares cometidos en Asturias -finalmente se descubrió que actuaron en Siero en 2015- y durante casi dos semanas los ladrones estuvieron desaparecidos. Lo más seguro es que volviesen a sus residencias en la Comunidad Valenciana. Con los dispositivos reforzados en la zona rural, la organización criminal volvió a actuar la madrugada del jueves. Coincidencia o no -los investigadores se decantan por la primera opción-, atracaron la casa ubicada encima del lagar Frutos, en Quintueles.

Los ladrones accedieron a la vivienda, al borde de la nacional Gijón-Villaviciosa, por la terraza que está levantada sobre la puerta principal del lagar. Unos cuantos metros de altura que los encapuchados libraron con una escalera que sustrajeron del almacén. Forzaron la ventana de la cocina y llegaron hasta la habitación de sus propietarios, Gustavo Costales, "Tabín", de 74 años, y Emilse Palacio, de 73, que estaban durmiendo. Los cacos, sin ninguna piedad, les despertaron a tortazos y deslumbrándoles con una linterna. Costales se defendió, pero el fuerte golpe en el pecho que le propinaron le dejó malherido. Los atracadores revolvieron la casa entera -también fue testigo el padre de Emilse, de 94 años- durante más de media hora en busca, otra vez, de la caja fuerte. Se acabaron llevando, quizá por el escaso botín, hasta las alianzas de oro de las manos de la mujer de Costales.

Al igual que en Sidra Menéndez, rompieron la línea telefónica y se llevaron los móviles. Todos menos uno: el de Emilse, que no vieron al estar cargando en la cocina. Con él consiguieron llamar rápidamente a la Guardia Civil, desplegando así un amplio dispositivo policial. Pero el grupo criminal ya intentaba cometer otro robo en un chalé ubicado al final de un camino sin salida en Quintes. De allí se fueron con las manos vacías al ser descubiertos por el dueño, que estaba aún despierto -era la una y media de la madrugada- en el salón. La banda intentó entonces probar suerte en otra vivienda en Quintueles, situada a apenas diez minutos a pie de este chalé.

La conducta siempre se repite. Forzaron con una barra de uña la ventana de la despensa y llegaron hasta la habitación donde dormían los dueños. Para cuando despertaron bajo amenazas a Anselmo Menéndez, de 83 años, y a su mujer, la casa ya estaba patas arriba. "¡Dinerillo!, ¡La caja fuerte!", les exigieron los cacos, poniendo la barra en alto. La intensa noche finalizó en Arroes con el robo de un furgón en Sidra Buznego, con el que los cacos emprendieron su huida por la autopista. Su periplo delictivo se acabó en la rotonda de acceso a Gijón, con dos detenidos, y parece que se han ido de Asturias. Mientras, sus víctimas todavía recuerdan aterrados lo ocurrido.

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