Pocas veces una canción ha estado a punto de salir tan cara. El artista murciano José Manzano Ortiz, afincado en Asturias desde hace un par de años, comenzaba a tocar los acordes de la mítica canción "Hotel California", de "Eagles", en las inmediaciones de la iglesia de San Pedro cuando un hombre que se identificó como trabajador de la SGAE le recriminó que interpretase un tema con derechos de autor en la calle y le pidió su documentación para exigirle 4.000 euros en concepto de sanción. "Me negué a enseñarle mi carné porque él tampoco me dijo quien era, opté por llamar a la policía porque aquello no me parecía normal", relata este hombre, electricista de profesión, y músico por vocación. Y, ahora, también por necesidad.

Al llegar los agentes le explicaron lo ocurrido. José Manzano les enseñó el permiso municipal para tocar en la calle y todo estaba en regla. Luego se entrevistaron con el agente de la SGAE, por separado. "No sé lo que les dijo ni lo que hablaron, sólo que al terminar el guardia me dijo que podía seguir tocando y que si tenía algún problema les llamase de inmediato", explica. Dicho y hecho. Tras el incidente siguió tocando las cuerdas de su guitarra como de costumbre, desde hace un año a la sombra de los árboles del Campo Valdés, para atraer con su música a los paseantes del Muro. Su tranquilidad duró porque "al rato se pusieron en frente de mí tres personas, que estuvieron mirando cómo tocaba muy detenidamente, sin decir nada; no se identificaron pero creo que venían a ver lo que estaba tocando y cogí miedo, así que paré de inmediato y me fui", lamenta este músico de 55 años que durante años se hizo hueco en el mundo de las orquestas.

Lo primero que se le vino a la cabeza fue lo que le ocurrió a un compañero músico en Madrid, que estaba tocando "Paquito el chocolatero" en el parque de El Retiro. "Es uno de los temas con más derechos y a punto estuvo de acabar en la cárcel", apunta José Manzano, para evidenciar "las calamidades" a las que deben hacer frente los músicos de la calle. "Yo soy un artista que ahora está paro y vive de la música, pero no pido en la calle, trabajo en la calle", matiza. "Yo soy una persona amable, que intenta interactuar con la gente y que si ve pasar a una familia intenta interpretar canciones infantiles", valora sobre su estilo. "Además soy de los pocos que tocan en la calle limpio y arreglado", añade.

Tras el susto vivido ha vuelto a sonreír y tocar en su sitio de siempre. "No tengo miedo, estoy tranquilo porque no le hago daño a nadie, al contrario, estoy muy agradecido a las muestras de cariño de la gente", explica. No obstante, es consciente que algo así podría volver a ocurrir porque son muchas las canciones con derechos de autor, pero son imprescindibles "para captar la atención de los paseantes".

No obstante, fuentes de la SGAE aseguran que "ni cobran derechos de autor a los músicos callejeros ni ponemos multas a nadie". Además, "la cifra de 4.000 euros es absolutamente desproporcionado", explican.