La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nuevos intentos fallidos para aprovechar las instalaciones de la Universidad Laboral

El acuerdo político de preservar la histórica nave de madera de Lantero acabó con sus tablones quemados en una hoguera de San Juan

La histórica nave de Lantero.

Si el presidente del Principado de Asturias, Pedro de Silva -tras recorrer con Pedro Masaveu las desaprovechadas instalaciones de la Universidad Laboral para crear allí la Universidad Iberoamericana "Príncipe de Asturias"- no lo logró cuando había conseguido la cuadratura del círculo -la maravilla del edificio arquitectónico creado por Luis Moya como sede, el decidido apoyo del gobierno, la receptividad de la Universidad de Oviedo y, sobre todo, el fundamental apoyo financiero del asturiano de la zona de El Franco Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, todo se frustró por los del "oviedín del alma"- nunca cejó en su empeño personal y político de tratar de lograr encontrar nuevos horizontes a esta maravilla urbanística donde se sintetiza la historia de la arquitectura universal.

Como buena prueba de ello estuvo el convenio firmado con la "Fundación José Ortega y Gasset" -donde desarrolló una determinante labor el gijonés Manuel Fernández-Miranda siempre pendiente de promocionar a su villa natal- para ubicar en las instalaciones de Universidad Laboral la "Universidad Internacional de Verano del Principado de Asturias" que sería su tercera sede oficial después de Toledo y Madrid. Durante el mes de julio de 1986 doscientos alumnos procedentes de las universidades de Minnesota, Puerto Rico y Chicago iban a formarse con un programa con asignaturas dedicadas a la gramática española, la historia contemporánea, el cine inédito sobre la Guerra Civil y la política internacional española teniendo como telón de fondo el histórico problema de la soberanía de Gibraltar, con importantes aportaciones sobre la estrategia española en la recuperación del peñón. Una vez más, los dirigentes de la Universidad de Oviedo desviaron aquella iniciativa hacia las instalaciones del INTRA y al balneario de Las Caldas que se encontraba en una situación deplorable de conservación en aquellos años. Al año siguiente aquella universidad de verano la fueron degradando hasta ofrecer solamente a la "Fundación José Ortega y Gasset" la sede de la Cátedra de Extensión Universitaria. Y aquello, claro, no era la dimensión prevista inicialmente para hacer algo muy serio con proyección internacional desde Gijón.

Tampoco tuvo grandes apoyos el proyecto de crear en las marginadas instalaciones de la Universidad Laboral un "Centro Integrado de Enseñanzas Tecnológicas" que se centraría en el diseño industrial como vivero de empresas, a fin de que fuese un elemento dinamizador del sistema educativo, la investigación y la renovación empresarial. Aquel proyecto fue respaldado también políticamente en una visita oficial a Gijón por el ministro de Educación José María Maravall, quien puso acertadamente el listón de lograr la excelsa finalidad de formar ciudadanos libres con mentalidad innovadora.

¡Qué lujos perdemos por culpa de los nefastos localismos!

La irreparable pérdida de la joya de la nave de Lantero. En aquel año de 1986, en febrero se llegó a un acuerdo tripartito con la Fundación de Ferrocarriles Españoles, la Consejería de Educación, Cultura y de Deportes del gobierno del Principado y el Ayuntamiento para desmontar en su totalidad la valiosa nave industrial de Lantero, tras una visita que realizó a Gijón el director del Centro de Documentación de la Fundación, Jesús Sanz Fernández, con una aportación de dos millones de pesetas, cantidades similares que tendrían que aportar los otros dos organismos públicos.

La conocida popularmente como nave de Lantero estaba ubicada al lado de la carretera de La Braña, entre "El Parrochu" y la fábrica siderúrgica de Moreda. Los expertos siempre consideraron que al ser toda ella de madera se trataba de una joya industrial. Su fundador Aquilino Lantero Bayón -natural de El Entrego- la construyó en el año 1916 para la fabricación de maderas industriales. Sus dimensiones eran verdaderamente espectaculares ya que ocupaba una superficie de mil setecientos cincuenta metros cuadrados -similar a la plaza Mayor- con una altura de quince metros -equivalente a un edificio de cinco plantas- con setenta metros de longitud y veinticinco de ancho. A fin de evitar su deterioro y dado que el Ayuntamiento no tomaba ninguna decisión sobre su futuro, el gobierno autonómico encargó su desmontaje a los arquitectos gijoneses Manuel y Enrique Hernández Sande. Sus tablas y tablones de aquel mecano arquitectónico de madera fueron apiladas al lado de las vías y acabaron quemados en una hoguera de San Juan, según aseguró en su día en el Salón de Recepciones de la Casa Consistorial el catedrático Ramón María Alvargonzález. Desde hace dos décadas aquel espacio lo ocupan las vías y andenes de aquella estación desastre de largo recorrido -ya que muy pronto quedó sin los mínimos servicios, al carecer de sentido, dado que todos los trenes llegaban hasta la plaza del Humedal- a la que lamentablemente se le puso el nombre de Jovellanos.

Palacio, desautorizado al autoproclamarse candidato. Las tensiones iban cada día más en el grupo municipal del PSOE. La noticia de que la empresa SAINCO -concesionaria del servicio de semáforos de la ciudad- había pagado un viaje a Madrid y la estancia en el hotel Meliá-Castilla para asistir a un congreso sobre tráfico a José Luis Ortiz Hornazábal y al director de la Oficina Municipal de Tráfico, Eduardo Vigil, cuando además habían cobrado las correspondientes dietas de las arcas municipales motivó nuevos enfrentamientos en la Agrupación Socialista de Gijón. Al concejal Luis Aurelio Sánchez Suárez -a quien ya le habían quitado todos sus cargos- le acusaron de la filtración periodística y le conminaron a dimitir. Por aquellos tiempos, Luis Aurelio Sánchez manifestó sentirse "totalmente decepcionado, ya que trabajar con Palacio es difícil porque es un hombre que no acepta la discusión". Tanto fue así que al autoproclamarse José Manuel Palacio como nuevo candidato a la Alcaldía -sin contar con los necesarios apoyos políticos- motivó que la asamblea general de militantes de la Agrupación Socialista de Gijón -cuyo secretario era Jesús Morales, quien ya empezaba a manejar sutilmente los hilos para moverle la silla- desautorizase las pretensiones de José Manuel Palacio para continuar. Así se iba a iniciar una gran batalla política con profundas divisiones internas. Pero tal como escribí estaba muy claro que después de ocho años Gijón necesitaba otro alcalde con ideas para la dinamización de la ciudad, por lo que José Manuel Palacio presentó contra mí la única demanda judicial a la que me tuve que enfrentar a lo largo de mi trayectoria profesional y que el juez, después de hablar conmigo y tomarme declaración, naturalmente archivó.

Represalias por no apoyar el referéndum sobre la OTAN. Después de que en las elecciones generales de junio de 1986, el PSOE lograse la mayoría absoluta con ciento ochenta y cuatro diputados -un centenar más de los que tiene actualmente, lo que demuestra que las actuales estrategias no son idóneas- Felipe González dio un giro radical al apoyar desde el poder un referéndum para no salir de la OTAN. No todos estuvieron de acuerdo, desde luego y a las siete hojas del lunes existentes en España se les marginó de la publicidad institucional. Ya me lo ha había advertido mi amigo Ignacio Quintana en el parador del Molino Viejo que nuestras discrepancias en el tema de la OTAN nos iban a costar mucho dinero. Y así pasó. Hasta tal punto fue así que una respetuosa carta de protesta que le hice llegar al presidente del Principado de Asturias defendiendo la libertad de expresión, no tuvo respuesta.

Gobierne quien gobierne la independencia política siempre ha tenido un precio muy caro.

Compartir el artículo

stats