"No quería provocarle la avería que le hice a la víctima, lo siento". Con estas palabras mostró ayer su arrepentimiento Cristian F. V., el gijonés de 30 años procesado por dejar tuerto del ojo izquierdo a un hombre de 58 años al que propinó dos puñetazos sin mediar palabra en un pub de la avenida de Rufo García Rendueles. Fue al hacer uso de su derecho a la última palabra de un procedimiento en el que afronta ocho años de cárcel y el pago de una indemnización que supera los 66.000 euros. Antes, durante el interrogatorio, aseguró que no recordaba nada a consecuencia de la ingesta de alcohol combinado con la medicación prescrita para sus problemas mentales como son los antipsicóticos. Es por ello que su defensa solicitó una condena sensiblemente inferior a la pretendida por la Fiscalía y acusación particular.

El procesado aseguró ante el tribunal de la sección octava de la Audiencia -respondió a preguntas de todas las partes- recordar muy poco de lo ocurrido aquella noche, tan solo tenía claro haber estado con la policía, despertarse primero en el hospital y después en su casa. "Pero no sé como llegué hasta allí", matizó. No obstante, ni un vago recuerdo de haber dejado tuerto a un hombre.

En cambio, la víctima de esta agresión sí tenía meridianamente claro lo ocurrido. Tanto él como otros tres testigos. Todos coincidieron en que el ahora acusado llegó en actitud rara al establecimiento hostelero -"llamando la atención", dijo uno de ellos-, con síntomas de embriaguez y ya antes de entrar había increpado a unos clientes que estaban fuera fumando un cigarrillo. Una vez dentro fue recriminado por el camarero después de que éste rompiese un vaso de sidra. "Se cortó la mano, sangraba abundantemente y le dije que se fuera al baño a curarse", relató ayer el encargado del local.

En ese momento intervino la víctima, de la que iba a pagar su consumición y la de su acompañante. "Él estaba dando voces y le dije algo así como 'ya estuvo bien' y fue ahí cuando me pegó un puñetazo", desveló el varón agredido, que se fue del local sin recibir asistencia médica ni esperar a la llegada de la policía. "No pensé que la lesión fuera importante, pero al día siguiente me lagrimaba el ojo y fui a un oftalmólogo particular que me dijo que parecía grave y que fuera al hospital", relató el afectado, que al llegar a Cabueñes le operaron de Urgencia. Finalmente, perdió la visión del ojo izquierdo por completo, aunque según desveló uno de los peritos el resultado hubiese sido el mismo aunque hubiese recibido asistencia sanitaria en el momento.

"Memoria selectiva"

"Memoria selectiva"La versión de la víctima fue corroborada tanto por su acompañante como por el empleado y otro testigo, que coincidían en que fueron dos los puñetazos que le propinó el acusado, al que todos reconocieron ayer como autor de la agresión.

La defensa del acusado solicitó que se tuviera en cuenta tanto sus problemas mentales como la ingesta de alcohol, algo a lo que se opusieron frontalmente tanto la Fiscalía como el Ministerio Fiscal, que mantuvieron su petición inicial de ocho años de cárcel. "El acusado sufre ataques de ira por tomar alcohol con psicofármacos, una combinación que le hace tener una conducta explosiva; es plenamente consciente de ello", argumentó el fiscal tras mencionar que había tenido denuncias de la madre de su hijo por episodios violentos. "No ha hecho nada serio por evitar consumir alcohol y drogas; hasta le expulsaron de Proyecto Hombre", incidió el fiscal, que también advirtió como "poco creíble la pérdida de memoria selectiva" del encausado. El juicio quedó ayer visto para sentencia.