La ruptura de la cuarta pared, ese muro imaginario e invisible que separa escenario y actores, es asunto recurrente entre las gentes de Talía. Teatro de proximidad, de calle, de inmersión... Experiencias para tratar de devolver el hecho teatral a la plaza, para rebajar el coturno y ponerse a ras de suelo. Una tradición en la que cabe inscribir "Rincones y recovecos", el insólito festival de artes escénicas que levantó ayer el telón (aquí la expresión es sólo metafórica) en Laboral Ciudad de la Cultura con catorce representaciones en algunos de los espacios singulares del imponente edificio de Luis Moya.

Un festival que continúa hoy con otras veintisiete funciones y ha ocupado, salvo el magnífico teatro de Laboral, espacios como los patios, la plaza, la iglesia, la base de la torre o la sala de pinturas. Y teatro para todo tipo de públicos, con espectáculos ideados para que las familias puedan pasar el día en la Ciudad de la Cultura. La oferta gastronómica que se ofrece desde las instalaciones de Cabueñes ayuda a ello.

Una iniciativa que necesita tiempo para consolidarse en el calendario cultural gijonés, pero que mostró ayer sus posibilidades como festival complementario de la gran feria escénica que es Feten. En esta primera edición de "Rincones y Recovecos" participan once compañías de seis comunidades autónomas: Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco, Castilla y León y Cataluña.

Los asturianos de "Kamante Teatro" hicieron varios pases en la plaza de Laboral de uno de los espectáculos que se estrenaba en esta primera edición de "Rincones y recovecos", "El Tornasol". Una pieza de quince minutos y para todos los públicos. Y otro estreno asturiano, "La levedad de la euforia", de "Proyecto Piloto", un montaje para público adulto con un pase en la iglesia. Vuelven todos hoy.