Los gijoneses entraron ayer en la Laboral hasta la cocina. La jornada de puertas abiertas celebrada en la Ciudad de la Cultura se convirtió en un hervidero de visitantes, que encontraron como principales atractivos los antiguos fogones y el mirador de la torre del reloj. "Es espectacular", acertaron a decir los turistas, que en muchos casos combinaron el paseo por el centro cultural con la inauguración de la nueva exposición del Jardín Botánico Atlántico, formada por bosques canadienses y un laberinto didáctico de 1.400 plantas de laurel. Prendados de su belleza y tamaño, los visitantes también tuvieron críticas: pidieron recuperar las piscinas, ahora en ruinas, y promocionar más fuera de Asturias "El Escorial en pequeñito".

Así la definió el madrileño Álvaro Camacho, que ayer visitó la joya arquitectónica de Gijón junto a su mujer, la asturiana Beatriz Fernández, y sus amigos Arancha y Luis Costales, y Efrén Rodríguez. "Flipé la primera vez que vine y sigo flipando siempre que vuelvo. Me sorprende que esté tan poco promocionado, porque fuera de aquí nadie lo conoce", aseguró durante un recorrido a los viejos fogones y lavandería de la Universidad. La campana extractora, de enormes dimensiones, fue lo que más impresionó a Arancha Costales, que comparado a anteriores visitas vio las cocinas "más limpias y ordenadas". "Pensé que iban a estar peor conservadas", apostilló Efrén Rodríguez. Para este grupo de gijoneses, rehabilitar "la zona de jardines y las piscinas es prioritario". Así lo creen también Joaquín Posada y Susana Sande, que asistieron a la Laboral en compañía de su hija Valeria, de 4 años. "Es un poco triste ver la piscina así. Yo aprendí a nadar en ella", señaló Posada. A este matrimonio lo que más le llamó la atención fue "encontrar en las cocinas una maquinaria muy antigua pese haber pasado sólo veinte años".

Y del sótano a setenta metros de altura. El ascensor de la torre de la Laboral no descansó ni un minuto subiendo y bajando visitantes del mirador. "Las vistas molan mucho. Se ve hasta El Molinón", dijo Diego Díaz, de 11 años. Sus padres, Luis Díaz y Elisa Villazón, no quisieron perder la oportunidad de enseñarles a él y a su hermana Marta, de 8 años, "lo que tenemos en la ciudad". "Nunca habíamos estado en la torre y las vistas son inmejorables", expresaron por su parte Vanesa Cotelo y Diego Sánchez, que reclamaron más promoción. Pero ayer en la Laboral hubo de todo: música, danza, teatro, cine, magia, yoga... Adán Abajo y su hijo Adrián exprimieron al máximo el domingo participando en dos talleres de cocina y de zumba: "Lo tienen muy bien montado".