Araceli, Conchita y Angelines Ruiz Toribios rondan hoy los 90 años, pero en su Gijón natal siguen siendo unas niñas. Las "niñas de la guerra" que, junto a un millar más de rapacinos, partieron de El Musel el 23 de septiembre de 1937 en un carguero de carbón rumbo a la antigua Unión Soviética. Pese a haber tenido una vida "un poco negativa" e intensa, las tres hermanas del barrio gijonés de El Natahoyo gozan, ocho décadas después de aquel capítulo de la historia española, de excelente salud. "Somos asturianas, somos de genes muy duros. Nuestra madre llegó hasta los 97 años", asegura Conchita a sus 91 primaveras. Araceli tiene 94 y Angelines 86. Ellas fueron tres de la decena de "niñas rusas" que participaron ayer en la playa de El Arbeyal en un homenaje organizado por la Asociación Lázaro Cárdenas y el Ateneo Obrero para demostrar que su lucha "nunca será olvidada".

"Cada año somos menos, y todo muyeres", lamentan las hermanas, que tienen la suerte de compartir aún unidas sus vivencias. Víctor de la Fuente, de 92 años, fue el único representante masculino -casado también con una "niña de la guerra", Amparo Cuesta, ya fallecida- en un acto en el que el público reconoció a los "refugiados" asturianos con un largo aplauso "emocional" que inició el presidente del colectivo Lázaro Cárdenas, José Manuel García Villar. "¡Que dure, que dure!", pidió el promotor del homenaje. "Qué felicidad poder reencontrarme con mi grupo, con el grupo ruso. No dejemos de vernos, por favor", expresó al micrófono Araceli Ruiz, presidenta de la Asociación Niños de la Guerra. La mayor de las hermanas Ruiz Toribios recordó cómo salió del puerto de Gijón hace 81 años tal día como ayer en la bodega de un barco: "Nos metieron donde el carbón. Había muchos niños llorando. Yo tenía entonces 13 años". Y hasta los 43 no volvió a pisar suelo asturiano.

A pesar de la dureza de aquel viaje -duró casi un mes-, los que hoy se conocen como "niños de la guerra", dicen, "lo volveríamos a repetir". "Nos vino muy bien, aprendimos mucha cultura", asegura Lola Fernández, de 91 años. Prueba de ello es que Araceli Ruiz pudo estudiar en Rusia la carrera de Economía y gracias al dominio del idioma trabajó como traductora en Cuba entre 1959 y 1964. También su hermana Conchita, que charló muchas veces, "así de cortito" -a poca distancia- con el mismísimo revolucionario Che Guevara, un hombre "muy culto, bueno e inteligente". "Para nosotras este acto supone mucho, porque nunca dejamos de ser españolas aun estando muy lejos de nuestro país. Y los rusos nos ayudaron en ello", agradecen Angelines y Conchita.

El historiador del Ateneo Obrero Leonardo Borque pidió durante el homenaje "no olvidar" que "nosotros también fuimos refugiados, ahora que en Europa se están utilizando como moneda de cambio". José Manuel García Villar, de la Asociación Lázaro Cárdenas, fue aún más duro en sus palabras: "Conviene recordar que la guerra alguien la provocó. Fue el levantamiento de los fascistas. Y todavía el responsable de ello tiene honores y gloria en el Valle de los Caídos, mientras sus sucesores políticos campan a sus anchas". El acto concluyó con una ofrenda floral ante la estatua realizada por Vicente Moreira, también "niño de la guerra".