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ALFONSO MENÉNDEZ GRANDA | Arqueólogo

"El castro de la Campa Torres dará todavía sorpresas, aunque ya sepamos lo general"

"La crisis también ha tenido efectos sobre nuestro patrimonio castreño, pero no está dejado de la mano de Dios"

Alfonso Menéndez Granda, ayer, durante su charla. ÁNGEL GONZÁLEZ

Ha investigado y excavado en algunos de los castros asturianos más conocidos: del Chao Samartín al de Sanchuís o el de la Campa Torres. El arqueólogo Alfonso Menéndez Granda (Bañugues, 1966) fue el encargado de abrir ayer la I Jornadas de Arqueología de Gijón, dedicadas a los castros del noroeste peninsular.

-Uno de los objetivos de las jornadas es dar a conocer los avances arqueológicos de la investigación sobre la cultura castreña. ¿Qué destacaría?

-De lo que se trata es de poner en conocimiento del gran público esos avances. Los especialistas ya están informados por los congresos, las publicaciones... El interés de estas jornadas que organiza el Ayuntamiento de Gijón es, precisamente, el de la divulgación de esos contenidos.

-¿En qué momento están los estudios sobre la cultura castreña?

-Se avanzó mucho desde los años 90 al 2008, quizás 2010. Desde esa fecha, es posible que por la crisis económica y otras cuestiones, ya no se puede decir lo mismo porque la investigación ha decaído bastante. Que yo sepa, en Asturias hay ahora mismo un pequeño proyecto que lleva la Fundación Valdés Salas sobre algunos castros en la zona central, aunque está bastante parado.

-¿La cultura castreña era, en realidad, mucho más rica de lo que se pensaba antes?

-El panorama ha ido cambiando diametralmente en los últimos años. Ha cambiado varias veces. Se pasó de aquellas excavaciones de los años cuarenta, de las que salieron imágenes estereotipadas, como la que tenemos del castro de Coaña, a otra época en la que se empezó a relacionar la cultura castreña con el mundo romano. ¿Después de la conquista romana por qué se iban a fomentar estas fortificaciones? Lo cierto es que fue así. Y en los años ochenta y primeros noventa, llegó esa idea en la que todo parecía muy romano y relacionado con la minería del oro. Sin embargo, a partir de trabajos en la cuenca del Navia y en la ría de Villaviciosa, también en la Campa Torres, se descubrió que no era así. Esos yacimientos tenían su origen durante la Edad del Hierro y la Edad del Bronce. Y que algunos de ellos llegaron al mundo romano.

-¿La convivencia entre aquellos pueblos indígenas y los romanos fue fructífera?

-Fue algo especial. Desde la conquista romana, a finales del siglo I antes de Cristo, no sabríamos decir muy bien, a partir de los registros arqueológicos, qué pasa ahí. A partir de la mitad del siglo I, hay más registros. La conquista fue dura y compleja. Pero a diferencia de Cantabria, aquí tenemos muy poco excavado.

-¿Necesitamos en Asturias un plan de excavaciones más amplio y ambicioso?

-Sí, necesitamos equipos de trabajo preparados, con suficiente dotación económica y un plan meditado.

-Usted decía en la presentación de estas jornadas que del castro de la Campa Torres sólo está excavado el 3 por ciento...

-Claro, es un castro enorme. Era el famoso Oppidum Noega. Son casi siete hectáreas, pero sí que se han hecho cosas: la muralla, el foso... El problema es que es un castro muy grande, aunque yo creo que falta por excavar.

-¿Podemos tener aún sorpresas importantes o ya sabemos lo sustancial del castro de la Campa Torres?

-Las cuestiones más generales, sí sabemos ya como fueron: cuando nació el castro, cómo funcionaba. Pero, a cualquier otro nivel, seguro que habrá sorpresas y que hay aún mucha información por descubrir.

-Me llama la atención el título de su conferencia de hoy (por ayer): "¿Dónde hacemos el castro? Territorio y paisaje".

-Fue un título que me han propuesto. La idea era buscar algo sencillo para dar esa imagen de divulgación. ¿Hacían un poblado en cualquier lugar, así, de buenas a primeras, o lo pensaban? ¿Por qué este sitio y no otro? Y explicaré que elegían los lugares para hacer los castros en función de determinadas condiciones estratégicas, económicas...

-¿Hay unas características comunes en la elección de los emplazamientos castreños?

-Sí, la hay. Por ejemplo: lugares costeros donde se ocupan pequeños cabos, determinadas penínsulas con defensa natural buena. También en lugares donde hay un control de pasos. Más: en emplazamientos de media montaña. Hay, en efecto, un patrón común que suele estar determinado por el carácter defensivo del lugar. La mayoría de los castros están en la rasa costera; siempre se busca una economía del esfuerzo en cuanto a la defensa: lugares defendibles aprovechando las condiciones naturales.

-¿Los castros asturianos excavados y catalogados tienen un buen nivel de conservación?

-Hay de todo. Obviamente, se ha notado la crisis. En general, los que son visitables no están abandonados. Se necesitaría más cuidado, más limpieza, pero no me atrevería a decir que están dejados de la mano de Dios.

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