La oruga defoliada de gramíneas continúa campando a sus anchas por la zona rural gijonesa. Si hace dos semanas se daba la voz de alarma en Monteana, de donde pasó a Poago o los concejos de Carreño y Gozón, la "Mythimna unipuncta" -ese es su nombre científico- desembarcó estos días en Granda. En la parroquia se detectó una finca con "miles y miles de ejemplares" y otro punto donde "la plaga es incipiente". "Se está yendo de madre", acierta a resumir Félix Gómez, de la asociación de vecinos Santo Tomás de Granda, "la gente está asustada porque ya no puede contenerlo, están por toda la finca y avanzan hacia las carreteras y las viviendas. Es una marabunta".

Por ello, los vecinos buscan unir sus fuerzas ante la adversidad. "Se están uniendo para combatirla, hacen pequeñas comisiones para tratar el tema y buscar las soluciones más efectivas", explica Gómez.

"Fumigamos por turnos y en distintos lugares, en un día podemos fumigar hasta seis veces. En el momento surte efecto pero a las dos horas ya vuelve a estar todo igual", enfatiza el presidente vecinal. "Estamos intentando buscar las fórmulas más efectivas y que sean lo menos abrasivas posible, porque cuando pase la oruga tendremos que seguir viviendo", comenta Gómez.

"Lo único bueno de esta situación es que está creando mucha solidaridad. Nos avisamos y nos organizamos", analiza el presidente vecinal de Granda. Una cooperación que no surge únicamente entre vecinos, sino también con residentes de otras parroquias, como Monteana, donde se dio la voz de alarma de la invasión de orugas hace dos semanas. "A un vecino ya le comieron un pequeño maizal que tenía y la hierba para el ganado", relata Gómez. Los vecinos solo rezan para que lleguen las heladas "el único remedio natural eficaz contra esta invasión". De ahí que a principio de semana la plaga pareciera mitigada.