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FERNANDO CUESTA | Escritor, acaba de publicar la novela "La casa del sol naciente"

"El protagonista de mi novela es un chaval de Gijón que acaba en plena guerra civil americana"

"La obra está escrita desde la perspectiva sureña, confederada, así que es políticamente incorrecta; aquello fue un choque de civilizaciones, de modelos"

Fernando Cuesta, con un ejemplar de su novela. ÁNGEL GONZÁLEZ

Fernando Cuesta (Gijón, 1955) sorprendió hace un par de años con "La pelota ye-yé", un insólito acercamiento al fútbol español. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo, articulista habitual en varios medios, acaba de publicar su primera novela "La casa del sol naciente" (Camelot). Una ficción atravesada por la historia.

-Empecemos por un resumen de urgencia para lectores que aún no sepan qué es "La casa del sol naciente".

-Es una novela de aventuras, de amor y de guerra, con el trasfondo histórico de la guerra civil estadounidense. Y, además, protagonizada por un chaval de Gijón de esa época, de veintitantos años, que acaba en el sur de Estados Unidos y se ve implicado en el conflicto y en el alzamiento confederado.

-¿Por qué esa elección de un gijonés como protagonista de la obra?

-Sirve como proyección biográfica. Me he interesado mucho, desde niño, por el cine y por la guerra americana. Estudié Historia, así que a la hora de ponerme con una novela quise que estuviera ahí un asunto que conozco bastante bien por todas esas referencias cinematográficas y literarias. Eliges un personaje y le pones a hacer, quizás, lo que a ti te hubiera gustado y no pudiste.

-¿Un "alter ego", pero ficcionado y en otra coyuntura?

-Digamos que lleva acabo lo que yo no pude hacer. Un poco de "spoiler": no muere en la guerra; al contrario, tiene una larga vida. El libro está contado a través del recurso del "flahsback" (analepsis, escena retrospectiva). Recuerda los años de la juventud, una vida azarosa... Hizo mucho dinero, pero recuerda sobre todo los años que vivió peligrosamente. Está contado en primera persona.

-¿Y por qué ese interés por la guerra civil estadounidense?

-En mi caso -y de hecho está dedicada a ellos-, con cinco o seis años fui con mi padre a ver una película de John Ford que se titula "Misión de audaces", con John Wayne y William Holden. Una película que trata, precisamente, de la guerra civil americana. Me gustó mucho; recuerdo que a aquella edad ya me sentí muy atraído por aquella épica, por los paisajes... Después leí tebeos, novelas, vi muchas películas, como "Lo que el viento se llevó".

-Hablamos de un conflicto armado fundacional. ¿Sus simpatías están con el Norte o con el Sur?

-La novela está escrita desde la perspectiva sureña, confederada, así que es políticamente incorrecta. Lo que pasa es que la guerra civil americana fue algo más que una cruzada contra la esclavitud. Fue un choque entre civilizaciones, dos modelos de sociedad, dos formas de entender la propia Constitución americana... Hay que entender que los estados sureños se separaron porque pensaban que, al igual que habían formado libremente la Unión, lo mismo podían separarse.

-¿Su cabeza está con el Norte y su corazón con el Sur?

-No exactamente; lo que está en la novela es el romanticismo de las causas perdidas. El protagonista es hijo de un antiguo combatiente carlista. Los perdedores, independientemente de lo que hayan defendido en la guerra, tienen siempre el aura.

-Faulkner levantó toda una literatura sobre la derrota sureña...

-Claro. Hay que tener en cuenta que geográficamente era muy distinto al resto de Estados Unidos: una zona subtropical y con una herencia española en estados como Florida, Texas o Luisiana. Una ciudad que me ha resultado siempre sorprendente es Nueva Orleans, muy desfigurada después del "Katrina".

-¿Cómo ha resuelto los problemas de localización de la narración?

-A base de documentación. He vuelto a ver muchas de las películas: cómo eran las ciudades, la ropa; cómo era el trato entre la gente en una sociedad que se llevó el viento de la guerra en 1865.

-A partir de esa contienda surgen unos Estados Unidos totalmente distintos. La actual vida occidental tiene una génesis también, de alguna manera, en ese conflicto...

-Sí. En aquel momento había una clara escisión en Estados Unidos, con una zona libre y otra esclavista. El conflicto cierra esa herida y, a partir de ahí, el país se proyecta hacia el Oeste y su conquista. Y entramos en lo que fue la clásica epopeya americana, tan conocida por los "wésterns" que todos hemos visto. Y en tan sólo unas décadas, ese país se convierte en la primera potencia mundial. Una potencia económica, demográfica...

-¿Podemos decir que estamos ante la novela de un cinéfilo?

-Sin duda. Está llena de homenajes a todas esas películas que tratan sobre la guerra civil. Y están también filmes recientes, como "Cold Mountain" o "Tiempos de gloria; también "El seductor", "El árbol de la vida". Y del siglo anterior, como "Jezabel", "Lo que el viento se llevó", "Misión de audaces"... Cualquier cinéfilo rastreará sin problema todos esos guiños.

-Para el título ha recurrido al de la famosa canción...

-Es que la canción, pese a que no lo parezca, pertenece al folklore americano. A mí la versión de "The Animals" me encanta. Scorsese, que está tan de moda, la utiliza en "Casino", cuando Sharon Stone está ya completamente perdida. Hay muchas teorías sobre lo que fue esa casa del sol naciente: hay quien decía que era un burdel; otros, que era una cárcel.

- ¿Y cuál es su opinión?

-De todo un poco; eso: el receptáculo de las almas perdidas. Es una canción muy moralista. Un padre le dice a su hijo que no siga sus pasos de sufrimiento, que no vaya a esa casa...

-Una novela que le ha llevado tiempo. ¿Es un poco la obra de su vida, en el sentido de que transparenta su manera de entender la literatura y la cultura?

-La redacté en dos años, a principios de siglo. Intenté publicarla entonces, pero no fue posible. La recuperé el año pasado y vi que no se me caía de las manos. Apenas reescribí nada. Es una obra que no me avergüenza.

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