Gijón se erige esta semana como capital española de la gestión de residuos. Las XXVI jornadas técnicas de la Asociación Nacional de Empresas Públicas de Medioambiente reúne en la ciudad a 300 técnicos de las 45 corporaciones que forman Anepma. Las empresas adheridas a la plataforma, que tienen como nexo común la gestión de los residuos, dan servicio a más de 11 millones de personas en España, con presencia en 13 comunidades autónomas. Todas ellas cuentan con carácter municipal o provincial y dispone entre todas de un presupuesto de 1.100 millones de euros, que entre otras cosas se invierte en los 11.000 empleos públicos vinculados a la gestión de residuos. Porque las empresas de Anepma suponen el 22% del servicio de gestión de residuos y limpieza viaria de toda España. Además, algunas ofrecen otros servicios como el mantenimiento de jardines, limpieza de colegios públicos o señalización de las calles. Emulsa, la Empresa Municipal de Servicios de Medioambiente Urbano ostenta en la actualidad la presidencia de la asociación, con su directora gerente, Pilar Vázquez, al frente.

De lo primero que se habló ayer en la cita congresual, en el recinto Luis Adaro, es de que todo ciudadano puede liderar la transformación de la gestión ambiental, pero únicamente se pueden lograr los objetivos de desarrollo sostenible -cubrir nuestras necesidades de hoy sin comprometer las de mañana- en base a alianzas de todos los actores implicados: particulares, empresas y gobiernos. Esa es la conclusión que aportaron los expertos en la primera mesa redonda de las jornadas.

"Los objetivos de desarrollo sostenible son unas palancas de cambio fundamentales", aseguró Marcos González, presidente de la Fundación Corresponsables, que incidió en que "la responsabilidad social no es un gasto, no es una cuestión de filantropía". De hecho González, basándose en su experiencia personal en su empresa, enfatizó que "es un ahorro". Como ejemplo, "cuando empezamos a fijarnos en cuestiones como la eficiencia energética o la reutilización de recursos, podemos ahorrar mucho dinero". Y, para muestra sencilla, "ver cómo estamos imprimiendo y así poder reaprovechar las montañas de papel que gastamos, imprimiendo por la otra cara de la hoja". Y es que "no es posible que ninguna empresa sea 100% socialmente responsable, porque las personas no lo somos, pero es una mejora constante".

Con él coincidió Miguel Ángel Pérez, director de Planificación y Desarrollo Sostenible de Limasa (Servicios de limpieza integral de Málaga). "Nos planteamos qué podíamos hacer para revertir la situación. Si podíamos contribuir o íbamos a ignorarlo", explicó Pérez, "entendimos que estos objetivos no son algo abstracto, sino algo a lo que todos podemos contribuir en nuestro día a día".

Así, en Limasa se propusieron cambiar sus hábitos. "Lo único necesario es tener interés en hacerlo y remangarse", enfatizó Pérez. Para ello, la empresa comenzó a focalizar sus esfuerzos en disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, realizar un uso más racional del agua, mejorar la eficiencia energética, optimizar los servicios o hacer su comunicación más transparente. "Cada empresa, cada organización, cada particular puede contribuir realmente. Solo tiene que proponérselo y, aunque no lo consiga completamente, habrá aportado su grano de arena", explicitó Pérez.

Unos granos que se han de hacer montaña entre todos. Y es que uno de los objetivos más importantes para Rafael Oliva, manager del Centro Internacional de Formación de Autoridades y Líderes de Málaga es "impulsar alianzas transversales entre administraciones y empresas, transcendiendo de la rivalidad y la competitividad" ya que, remarcó, "sin la colaboración de todos, no se podrá lograr el objetivo".