Habían pasado ciento treinta minutos de casi concordante debate cuando uno de los tres candidatos que concurren en las primarias del PSOE, José Ramón Tuero, hizo un perfecto resumen de lo que se anunciaba como acto de referencia para que los militantes tuvieran suficientes elementos de juicio de cara a la elección interna del próximo domingo. Un proceso en el que se elegirá a la persona que encabezará el cartel socialista de la mayor ciudad asturiana en las próximas elecciones municipales. Y lo dijo con claridad: "Si en todos los bloques temáticos (infraestructuras, cultura, urbanismo...) hemos discrepado poco, en éste menos todavía". Hablaban de servicios sociales.

Los tres candidatos (Ana González, ex consejera de Cultura y Educación y exconcejala; José Ramón Tuero, director general de Deportes del Principado y exconcejal, y Constantino Vaquero, abogado que preside el comité de apelación de la Federación de Fútbol y expresidente de Cruz Roja de Gijón) podrían intercambiarse perfectamente los puestos en una misma lista electoral. Lo que se vio y escuchó ayer en la Casa del Pueblo, sólo que en salas y pisos distintos, no apunta a la discrepancia, a la controversia, y ni siquiera al pulso de ideas. Guante blanco y ni un arañazo. Diferencias tan sólo de matiz o de énfasis. Y una viva crítica hacia los mandatos de Carmen Moriyón y Foro al frente de la ciudad.

El debate, que se alargó durante ciento cincuenta minutos por problemas técnicos con los micrófonos, tuvo además un formato que no convenció a muchos militantes. González, Tuero y Vaquero se recluyeron en una sala del primer piso de la Casa del Pueblo. Y la militancia siguió abajo, en el salón de actos, los parlamentos medidos de los candidatos. En fin, en circuito cerrado de televisión y sin que los tres aspirantes al pináculo del cartel pudieran interrumpirse. El debate que no llegó a ser fue moderado con prudencia por el periodista Guillermo Figueroa.

Algunos socialistas optaron por coger puerta ante la falta de viveza de lo que se les presentaba. Aun así, pese a las muchas coincidencias que verbalizaron ayer, son candidatos de perfiles distintos. Un vistazo a la indumentaria que eligió cada uno bastaría para confirmarlo. Los tres hicieron un diagnóstico plausible de los males y dolencias de Gijón: del plan de vías a la playa de San Lorenzo; del saneamiento al Musel; de la cultura a los servicios sociales. Pero faltó, quizás, concreción. Dicho de otro modo: qué quieren hacer exactamente y cómo lo van a hacer.

González tiene una notable capacidad para la elaboración de un relato general de las fórmulas socialdemócratas que, a su juicio, necesita Gijón. Tuero expresa con sentimiento la memoria de ciertos militantes de base ("soy un chaval de La Calzada y tal") que se sienten orgullosos de los tiempos que pasaron y no volvieron (Palacio, Areces y Paz F. Felgueroso). No olvida los 30.000 votos perdidos. Vaquero, grave en el continente como togado ante el juez, acertó al rasear un poco el balón y plantear algún asunto con el que hacer un titular. Un ejemplo: "Lo primero que haré (de salir elegido Alcalde) es un plan de choque que dé empleo a cientos de familias". Gijón tiene un paro del 18 por ciento.

Los tres aspiran con convicción, aunque sin grandes desacuerdos entre ellos, a liderar el regreso de los socialistas al gobierno de una ciudad que rigieron durante más de tres décadas. El Gijón actual es obra suya en gran medida. ¿Y por qué quieren ser alcaldes o alcaldesa? "La ciudad está hoy mal, bastante peor que cuando llegó Moriyón; quiero garantizar derechos a los ciudadanos, una vida decente, exactamente lo que hago como profesora", señaló González. "El Ayuntamiento tiene que ser de nuevo la locomotora de esta ciudad; haré una lista con los mejores y a todos les exigiré calidad ética", afirmó Vaquero. "Quiero ser alcalde de Gijón -no hay más orgullo para un gijonés- para recuperar la ciudad; y lo voy a hacer siendo un político de calle, no de moqueta", manifestó Tuero. El próximo domingo se verá si convencieron o no a los 1.269 afiliados socialistas. Si ninguno de los tres supera el 50 por ciento de los votos, habrá segunda vuelta.