Más de 40.000 niños trabajan en varios países del mundo en condiciones infrahumanas por menos de un dólar y medio al día, con jornadas laborales de más de 12 horas diarias, para permitir que en el mundo desarrollado la mayor parte de la población cambie cada poco de teléfono móvil.

Una obsesión por contar con el último grito en tecnología que tiene su coste en vidas humanas en las regiones más pobres del planeta, tal y como denunciaron ayer en la Escuela Politécnica de Ingeniería Eva García Vázquez, profesora de la Facultad de Biología, y Pilar Cartón, docente de Secundaria jubilada y ambas activistas de Amnistía Internacional.

Las dos ofrecieron una charla y una "performance" para concienciar a los estudiantes de la necesidad de "buscar la sostenibilidad en las decisiones que cada uno de nosotros tomamos". Porque con ello, se podrían mejorar las condiciones de vida de los mineros de cobalto, que es un metal fundamental en los pequeños componentes electrónicos de los teléfonos móviles para cuya extracción se emplea mano de obra femenina e infantil con un alto coste.

Porque, tal y como explicaron las activistas, el cobalto "se extrae de minas que se dejan huecas por dentro por arrastre con agua, en condiciones insalubres que ocasionan muchas muertes perinatales, porque muchas de las mujeres que se ven obligadas a trabajar están embarazadas, sin contar los problemas de salud pulmonar que ocasionan a los más pequeños", resaltaron. Y a ello se une, además, la contaminación por el arrastre del metal que arrastran los ríos y la presencia paramilitar en las zonas de minería, "que siempre van unidas". Las representantes de Amnistía Internacional quisieron dejar claro que "no se trata de renunciar a la tecnología", sino de "ser conscientes del coste que tiene cambiar de móvil cada poco, pensar si es realmente necesario y en la presión que ejercen las empresas". Y también se trata de "entre todos trabajar para que las condiciones para la extracción de cobalto sean seguras y salubres, sin trabajo infantil y con salarios dignos para quienes se dedican a ello". Las dos ponentes realizaron con los alumnos un ejercicio simulado de separación de cobalto, para dar una idea de la dureza del trabajo.