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La militancia del PSOE elige mañana a su candidato a la Alcaldía

La lección de igualdad que da una docente de instituto

Ana González oculta detrás de una pose dura y algo distante a una mujer sensible y muy locuaz

Ana González, durante el debate en la Casa del Pueblo. M. León

Ana González Rodríguez tiene la habilidad de hipnotizar. Habla con tal intensidad que todo lo que sale de su boca suena a melodía. Le pone sentimiento a cada frase y transmite paz en cada palabra. Aunque tiene fama de ser una mujer con carácter, y lo tiene, debajo de su aspecto físico de dura y distante se oculta una persona sensible y tremendamente locuaz. La exconsejera de Educación y Cultura también tiene fama de no arreglarse demasiado. A esas críticas contesta con un "yo en el fondo soy mona". Sus gafas negras de pasta y su pelo blanco son su sello personal. Le encanta "escuchar a la gente" y necesita momentos de soledad para leer -es devoradora de la literatura- y pasear. Dice que quiere ser una alcaldesa feminista y "de cercanía", y recuperar el Gijón "alegre, dinámico, ordenado, limpio, abierto y dinámico" que vio en su etapa como concejala.

González nació en Oviedo en mayo de 1963. En tercero de EGB, las clases de Lengua que impartía doña Julia le impactaron tanto que decidió estudiar esa disciplina en el futuro. A esa temprana vocación contribuyó un "excelente" profesorado de Lengua y Literatura en los años del Bachillerato. Durante su infancia y juventud le gustaba ir de monte, hacer judo, contar historias y compartir tiempo libre con sus amigas, con las que podía hablar largas horas por teléfono. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Oviedo; primero hizo la especialidad de Lengua Española y, después, la de Literatura Española e Hispanoamericana. A finales de 1989 comenzó a trabajar como profesora de instituto, lo que le obligó a cambiar varias veces de residencia: Ponferrada, Tapia de Casariego, Cangas del Narcea y Valdés. Durante ese periodo ejerció de profesora, tutora, jefa de departamento, jefa de estudios y asesora de formación. Entre 2001 y 2008 fue jefa del servicio de igualdad en el Instituto Asturiano de la Mujer, etapa que recuerda con gran pasión ya que participó en el desarrollo de políticas que situaron a la región a la cabeza de España. En el verano de 2008 se trasladó a vivir a Madrid al incorporarse al gabinete del recién creado Ministerio de Igualdad como asesora durante la etapa de Bibiana Aído.

Su regreso a Asturias se produce a finales de 2010 cuando el candidato del PSOE a la alcaldía de Gijón, Santiago Martínez Argüelles, le propone incorporarse a la lista municipal del partido para las elecciones de 2011, en la que figura también José Ramón Tuero. Fue entonces cuando se trasladó a Gijón, retomando así su trabajo como profesora en el Instituto Universidad Laboral. Hasta que en junio de 2012 Javier Fernández le recluta para el Principado como consejera de Educación, Cultura y Deporte, donde coincide de nuevo con Tuero. Fueron años difíciles: le tocó pelear contra la "mal llamada" Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y en tiempos de crisis económica. Entre sus logros: mantuvo la materia de Filosofía en Bachillerato, puso en marcha un programa de coeducación, creó la unidad de igualdad en la Consejería, culminó la ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias, reactivó el Centro Niemeyer, la restauración de la Cámara Santa... Al salir de la Consejería retomó su puesto como docente en Gijón, pero sería temporal. Ahora trabaja en el Centro de Educación de Adultos de El Fontán -participó en un concurso de traslados-, tras dar un giro a su carrera.

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