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La Mecatrónica se coló en los premios "Princesa"

Alumnos y docentes de la Laboral realizaron por encargo una recicladora de plásticos para una actividad con la oceanógrafa Sylvia Earle

La Mecatrónica se coló en los premios "Princesa"

Un encargo "real" y para el mundo real. Es el reto al que se enfrentaron en las últimas semanas los alumnos del Centro Integrado de Formación Profesional La Laboral, artífices en apenas un mes de una máquina recicladora de plásticos que despertó la admiración de la premio "Princesa de Asturias" de la Concordia, la oceanógrafa Sylvia Earle. Un trabajo contra el reloj que, además, les ha servido a los alumnos para aterrizar en los problemas de las empresas de verdad, resolviendo contratiempos y haciéndose una idea de cómo hay que desenvolverse en el mundo laboral.

"Nos pidieron que participáramos -en las actividades de la semana de los premios- construyendo una máquina de extrusión e inyección de plásticos, y tras mirar varias opciones, encontramos la inspiración en una página web especializada para adaptar la máquina a nuestras necesidades", explica Víctor Manuel Blanco, profesor de Organización y Proyectos de Sistemas de Fabricación Mecánica en el centro. Junto a él trabajaron codo con codo un grupo de veinte alumnos de segundo cuso de Mecatrónica Industrial y ocho profesores que no dudaron en echar las horas necesarias para sacar adelante lo que se convirtió en todo un reto. Sobre todo, porque "nos interesaba mucho la parte formativa, que los alumnos vieran que lo que estudian tiene empleabilidad", recalca el director del centro de FP, Javiel Cueli.

Aún así a lo largo del mes de que dispusieron para el diseño y fabricación del prototipo los estudiantes y los docentes tuvieron que hacer frente a un "sobreesfuerzo", habida cuenta de que "el curso estaba recién empezado y se trata de alumnos de segundo curso, casi recién llegados", para quienes enfrentarse a un encargo de este calado tuvo aún mayor dificultad: desde el diseño del ingenio hasta la compra de materiales o el montaje de componentes como cajas reductoras, variadores de potencia o controladores térmicos. Bajo la premisa de que "somos un centro dinámico", nadie dudó que fuera posible cumplir con solvencia un encargo en el que "hemos echado unas cuantas horas", reconocen los alumnos.

Sergio Artidiello y Miguel Fernánez fueron los encargados de presentarle a Earle la máquina, y sobre todo valoran "la oportunidad de aprendizaje" que se les ha planteado, porque ellos mismos han tenido que enfrentarse al montaje de motores y variadores "leyendo un montón de páginas de instrucciones, probando y resolviendo problemas", como el que se les presentó cuando les mandaron cambiadas dos piezas del motor, o cuando tuvieron que hacer ellos mismos, manualmente, las cuchillas que trituran el plástico.

Gracias a este reto "ahora saben lo que es la incertidumbre del funcionamiento, la experimentación, la búsqueda de información, las pruebas... es lo más parecido a una situación laboral real que pueden vivir durante su formación", coinciden los profesores. Porque "esto también es formación dual, es hacerles ver que lo que aprenden tiene una aplicación directa", defiende Cueli.

El resultado ha sido una máquina con dos componentes: una tolva con un motor que tritura los plásticos y una inyectora que los calienta y los modela en moldes. En su caso han elegido un corazón como primer producto, pero el recorrido del ingenio no se agota con los premios "Princesa". Los estudiantes ya tienen en mente varias ideas para seguir mejorándola, porque "mucha gente se ha intersado por ella, incluso institutos que piensan que puede ser interesante tener una de estas máquinas para enseñar a los alumnos", explican Fernández y Artidiello, "encantados" con la experiencia de empezar a manejar hoy las cosas con las que se van a encontrar mañana. Y con el sello de calidad de la aprobación de Earle, abanderada de la limpieza de los plásticos de los océanos. Un primer paso que podría tener aún mucho recorrido.

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