Nadie puede encontrar una razón convincente para explicar por qué las angulas alcanzan precios tan altos. Este año el primer lote se vendió a la desorbitada cifra de 4.970 euros el kilo, el doble que hace un año. El restaurante gijonés Sotamar Marisquería fue quien pujó cuando la subasta rozaba ya los 5.000 euros. "Sabíamos que el precio a pagar iba a ser alto, pero no pensábamos que lo fuera a ser tanto. No obstante, lo hemos hecho por nuestros clientes, nos habían pedido angulas y no podíamos fallarles", explicó Óscar Lagares, uno de los socios del Sotamar. "Desde que abrimos en el mes de julio nos ha ido muy bien y esperamos que la angula sirva como un buen reclamo", dijo Lagares desde la marisquería que regenta en el local donde hasta hace pocos meses se encontraba "La Chalana", en el Llano.

Varios comensales han sido afortunados en degustar las primeras angulas de la temporada. José Enrique Martínez probaba ayer una cazuela del apreciado producto y atestiguaba su exquisito sabor. "Están muy ricas, son sabrosas, algo más gorditas de lo que podíamos esperar y merecen la pena", dijo Martínez. "Vamos a acompañarlas con unas navajas, un poco de sidra y un arroz con almejas; nos parece un buen plan", explicó el comensal, quien además entiende que el precio de la ración supere los cien euros teniendo en cuenta la cifra a la que se subasta y "el duro trabajo de los pescadores que faenan en la costa asturiana".

En la cocina de Sotamar faena Elisa Breazu, encargada de elaborar las cazuelas de angulas que se sirven en la marisquería. "El secreto es tratar muy bien el producto. La angula que tenemos es un pescado muy frágil y de muy buena calidad. Primero tenemos que matarlas de una manera nada dañina para que conserve bien el sabor. Utilizamos una infusión de tabaco negro para ello. Lavamos y salamos las angulas. Después las cocemos en agua muy caliente durante unos pocos segundos y calentamos en una cazuela de barro el aceite de oliva virgen extra donde introducimos un ajo laminado. Es entonces cuando salteamos las angulas rápidamente y durante unos diez o quince segundos, no más. Esta es la mejor manera de disfrutar de un plato fácil de elaborar, pero difícil de conseguir", explica Breazu, desde la cocina de Sotamar. Mientras el comensal se chupa los dedos.