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JOSÉ IGNACIO PICHARDO GALÁN | Profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid

"El profesor podría evitar el bullying con una acción tan sencilla como prohibir el insulto 'maricón' "

"Las lesbianas tienen más dificultades en las aulas que los gays: existen pocos referentes sociales y sufren también el acoso sexual"

José Ignacio Pichardo Galán, ayer, en el Centro del Profesorado y Recursos de Gijón-Oriente. JUAN PLAZA

- ¿Cuándo y cómo debe intervenir un profesor para evitar casos de acoso homofóbico en su clase?

-El nivel de intervención depende de la gravedad de la situación: desde hablar con la clase o con las familias hasta dirigirse a la dirección del colegio o directamente a la policía. Pero, bueno, se puede empezar con intervenciones tan sencillas como no permitir el uso del insulto "maricón" en las aulas. Quizá esa palabra no vaya dirigida a una persona concreta, pero está diciendo que ser un hombre gay es negativo.

José Ignacio Pichardo Galán (Madrid, 1971) es profesor del departamento de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador de la Oficina de Diversidad Sexual e Identidad de Género en la misma institución académica. El autor de la popular guía "Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico" dio ayer una charla en el Centro del Profesorado y Recursos de Gijón-Oriente bajo el título "La construcción social del género y la sexualidad". El antropólogo insiste en que la formación de los docentes "es clave" para atajar la discriminación del colectivo LGTB en las aulas.

- ¿Qué pautas debe seguir el profesorado ante estos casos?

-Lo que tiene que hacer es formarse, porque muchas veces lo que hay es una deformación. Y así no podremos prevenir estas situaciones ni detectarlas ni intervenir. En la propia guía aparecen muchas propuestas; por ejemplo, no presuponer la heterosexualidad del alumnado.

- ¿La homofobia es la principal causa de acoso escolar?

-Por la investigaciones que hemos hecho hay dos grandes motivos de acoso. Uno, todo lo que sea saltarse el sistema sexo-género. Es decir, no seguir las normas de género: ser un chico afeminado, ser una chica masculina o no ser heterosexual. Y segundo, todo lo que tiene que ver con el aspecto físico, especialmente estar más gordo o más gorda.

- ¿Desde que se publicó la guía contra el acoso homofóbico en el año 2015 se ha avanzado algo en el ámbito educativo?

-Se ha evolucionado, sí. En primer lugar, ha habido cambios legales en muchas comunidades autónomas con leyes específicas sobre personas LGTB o trans, que tienen apartados que se dedican a la educación. En este sentido, tengo que decir que Asturias todavía no tiene una ley de este tipo. A una región que siempre ha sido referente en el abordaje de estas cuestiones, sobre todo a nivel recursos didácticos y políticas públicas, le queda dar ese paso en lo legal. Y otro cambio muy importante es que tanto las familias como los propios chicos y chicas LGTB cada vez más están demandando a los centros, incluso a los profesores, que se reconozca y aborde su realidad.

- ¿Esos avances legislativos se están traduciendo en una disminución de casos de acoso?

-No tengo datos de las comunidades. Ahora mismo estamos haciendo una investigación en Extremadura, pero para llegar a esa conclusión tendríamos que hacer un estudio antes, durante y después de la aparición de la ley.

- ¿Cuáles son las situaciones más habituales de bullying homofóbico?

-Desde la exclusión hasta la burla, el insulto o el suicidio. Los casos más graves, que son los que salen en los medios de comunicación, afectan sobre todo a los transexuales. El bullying homofóbico es un tipo de acoso fundamentalmente masculino.

- ¿Quiere decir que sufren más la discriminación escolar los alumnos gays que las alumnas lesbianas?

-No, no, las lesbianas sufren un tipo de acoso específico. Date cuenta que existen muchos menos referentes sociales de mujeres lesbianas que de hombres gays. Y, además, las lesbianas están expuestas a otro tipo de acoso: el sexual. Hay hombres que, pese a decir su compañera que es lesbiana, van a intentar ligar ella igual. Las chicas lesbianas tienen más dificultades que los chicos gays y las personas bisexuales aún más, porque en nuestra sociedad es difícil de asumir que haya personas que les gusten los hombres y las mujeres. Pero por encima de ello está el alumnado trans; son los que tienen tasas más altas de fracaso y abandono escolar por la presión social que sufren.

- ¿Es frecuente que los docentes oculten su orientación sexual por miedo a sentir también el rechazo de la clase?

-Efectivamente. Cada vez ocurre menos pero, por desgracia, sigue habiendo profesores que dicen: "Bueno, esto forma parte de mi vida privada". Una persona heterosexual tampoco tiene que contar su vida, pero a lo mejor sí que dice sin problema que tiene una pareja de otro sexo. Muchas veces hay docentes que no son heterosexuales y que no lo dicen por miedo a que aparezca algo escrito en la pizarra. Para mí eso al final es un problema del centro; quiere decir que no está creando las condiciones necesarias para que todo el mundo se pueda expresar libremente.

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