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MARGA LLANO | DRAMATURGA, DIRECTORA DE TEATRO, ACTRIZ Y PRESIDENTA DE ACICCA

Una "apache" principal

La responsable del celebrado montaje de "El Pelayo" dejó los estudios de Derecho para dedicarse a la escena, donde domina todos los registros

Una "apache" principal

Esta mujer metida en todas las trincheras teatrales -de la interpretación a la escritura, pasando por la dirección de escena y la producción-, ha hecho una divisa de la perseverancia y del rechazo al desmayo vital. Tiene en su brújula el norte de las tablas y el magnetismo de las bambalinas. Del viejo claustro de la Escuela Superior de Arte Dramático y Profesional de Danza (ESAD), hay quien recuerda que Marga Llano eligió la "Madre Coraje" de Brecht como taller de fin de carrera. Quizás sabía ya que la vocación/profesión en la que milita con esperanza y convicción es lucha, entrega tenaz, resistencia. Gana quien aguanta, según recuerdan que dijo Cela. Y algo parecido fue lo que ella misma contó a sus compañeros "esadianos" cuando esta teatrera a tiempo completo se tituló de lo que más le gusta. Entonces habló claro y esbozó lo que ha sido su propio programa de cómica de la legua: el que la sigue la consigue y si quieres hacer algo, pues hazlo, o algo así.

Marga Llano acaba de recibir el aplauso de público y crítica por su valiente y personal montaje de "El Pelayo", la única tragedia que conservamos de Jovellanos. Un texto neoclásico y de 2.434 endecasílabos que no se veía en un escenario desde hace 236 años. Una recuperación coincidente con el llamado "año de los centenarios" y con la adquisición de uno de los dos manuscritos que se conservan de la obra del gran ilustrado. Una prueba exigente, que se pudo ver en el coliseo municipal gijonés el pasado día 3, sábado, y con la que la directora se afianza como una de las referencias del mejor teatro profesional que podemos ver hoy en Asturias.

Marga Llano es, como se ha dicho, una luchadora que nació en Tineo en 1977. Se cumplían dos años de la muerte de Franco y España ingresaba en un complejo y difícil tránsito hacia su homologación con las democracias europeas. Hija de Luis Manuel, "Malé", un médico más bien itinerante, y de Maribel, con fama de cocinera de primera, la extraordinaria mujer de teatro en que se ha convertido la fundadora de "Escenapache" tiene una hermana mayor de machadiano nombre y un hermano de menor edad que anda en la emigración germánica, como otros jóvenes asturianos a los que su tierra les ha procurado el pasaporte laboral. ¿Leyenda urbana o prosa cotidiana? Más bien, lo segundo.

El ejercicio paterno de la medicina llevó a la familia desde Tineo a Lugones y Pola de Siero. Marga Llano hizo sus primeros estudios en Noreña, en Nuestra Señora de Covadonga, colegio de monjas en el que se aficionó a las letras. Y a contar historias que ha seguido escribiendo, negro sobre blanco, para dar curso a una fértil imaginación de la que se sigue nutriendo. Por decisión propia, quiso hacer el Bachillerato en un instituto público. Y así acabó en el Río Nora, en la Pola. Y allí se decidió por seguir el benigno influjo de una profesora a la que los alumnos llamaban Belén, "la del cafetín". Impartía clases de Literatura y enseñaba cosas de teatro en una de aquellas asignaturas de libre configuración. Algunos de los entremeses de Cervantes prendieron la mecha de la afición, impregnada ya de una gasolina juvenil y apasionada que ha durado hasta ahora. No hay manera de mantenerse años en la profesión teatral, donde todas las fluctuaciones tienen su asiento, sin tener bien llenos los depósitos del entusiasmo.

La vocación germinaba. A principios de los años noventa, buena parte de los españoles aún quería mirarse en el retrato de gomina y corbata con doble nudo Windsor que exhibía un tal Mario Conde. Por supuesto, el banquero condenado y no el detective habanero. Mediada ya la década, y pese a la atracción por el coturno tras aquellos parlamentos cervantinos, Marga Llano se matriculó en Derecho. Aquello de las leyes y las togas fue un espejismo. Al año o así, convenció a su familia para que la dejaran hacer interpretación en lo que fue el viejo Instituto del Teatro y de las Artes Escénicas (ITAE), en Gijón. Lo de ser actriz estaba bien, pero ansiaba una formación más amplia. Y fue así como hizo la titulación de Dirección Escénica, ya en la ESAD.

Fue una decisión importante, pensada. Le ha gustado siempre la interpretación, al igual que la escritura, pero quería un mayor entibado profesional, si cabe, para su vocación teatral. Dirigir, escribir y actuar. Su sueño desde que cumplió los veintiún años. Mientras estudiaba, tuvo su primer hijo. Y es madre, además, de una niña catorce años menor que su hermano.

Marga Llano jamás ha sido una llorica. Fue , como se ha dicho, una madre joven que estudiaba y lidiaba con trabajos precarios. Militó en grupos como "Azogue Teatro", "Margen", "Quiquilimón" o "Factoría Norte". En 2008, cuando la última crisis económica pasaba la motosierra, decidió fundar "Escenapache Acción Cultural". Una aventura también empresarial en la que lleva embarcada una década y que le ha permitido desplegar sus talentos en diversos espectáculos: desde aquel "Planeta Joselín", intento de renovar el tópico costumbrismo asturiano, a "La loca historia de Asturias" o "Yo maté a Kennedy? pero fue sin querer". Mención aparte merece "Juana o el demonio de la curiosidad", premio "Jovellanos" a la producción y estrenada el 8 de diciembre de 2014. Este "tour de force" tuvo la recompensa de uno de los premios "Oh!" del teatro asturiano a la mejor dirección.

Y, como si todo eso fuera poco, preside además la Asociación Clúster Industria Creativa, Cultural y Audivisual del Principado (ACICCA). Es una agrupación de empresas que trabaja por dar un impulso a la producción audiovisual asturiana: fomento de la innovación, pero también del empleo estable y de una mayor visibilidad de las producciones que se firman a este lado del Pajares.

Y ahí sigue. Anda por Sevilla cuando se escriben estas líneas. La obra "Genocidio en el arrozal de Birmania" es una de las seis finalistas del "X CENIT", el certamen de nuevos investigadores teatrales. Es un misterio de dónde saca el tiempo para tantos frentes. Y para cosechar siempre lo mejor de su apachería.

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