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Dos barandillas en busca de fundidor

La liquidación de la empresa Fundiciones Infiesta deja sin fabricante los símbolos más característicos del paseo del Muro gijonés y de La Concha donostiarra

La barandilla del paseo del Muro vista desde la playa. ÁNGEL GONZÁLEZ

El proceso de liquidación voluntario de la más que centenaria empresa gijonesa Fundiciones Infiesta, S. A. (fundada en 1891), devuelve a la actualidad las historias de dos de los símbolos más característicos de Gijón y de San Sebastián: las barandillas de los paseos de sus playas más preciadas, dado que en los talleres de la firma gijonesa de fundición, radicada en el polígono de Somonte, se fabricaban las estructuras de metal de color blanco que ciñen los arenales de San Lorenzo y La Concha desde la segunda década del siglo XX.

Son dos historias coetáneas que comienzan a principios del siglo pasado, cuando San Sebastián competía con Santander por ser la estación balnearia de la realeza, y Gijón, en plena efervescencia industrial, tampoco quería quedarse a la zaga como centro turístico de primer orden del Cantábrico. De ahí el interés en ambas ciudades en contar con nuevos y magníficos paseos marítimos.

En Gijón, tras años de debates, el día 3 de junio de 1907, a la altura del "martillo de Capua", en la que es la escalera número 5 del Muro, comenzaron las obras de prolongación del paredón de defensa del litoral hasta la desembocadura del río Piles, según el proyecto de Miguel García de la Cruz (1873-1935), entonces arquitecto municipal, que serviría para prolongar a continuación el paseo marítimo hasta los esteros del Piles.

El año 1915 es el que se da oficialmente como el de la finalización de las obras. También fue Miguel García de la Cruz quien diseñó la barandilla que separa el paseo del arenal y que con el correr de los años y las ampliaciones sucesivas del paseo llega hasta El Rinconín desde su inicio, en la rampa de la antigua Pescadería Municipal. "En noviembre de 1912 se opta por un sencillo cierre compuesto por pilastras cuadrangulares de sillería caliza del Naranco (...) La funcionalidad y elegancia de este diseño llevó posteriormente a su incorporación a otros espacios urbanos de Gijón (...) haciendo que hoy sea uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad" ("Muro de San Lorenzo. Abrazo de mar. 1907/2007", Héctor Blanco González, Ayuntamiento de Gijón).

En San Sebastián, por su parte, el que también era arquitecto municipal de la capital donostiarra en la misma época, Juan Rafael Alday Lasarte (1879-1955), fue el autor, en 1910, del diseño de la barandilla de estilo modernista que es un icono de la Bella Easo hasta el punto de que en San Sebastián se puede escuchar la frase: "Eres más donostiarra que la barandilla de La Concha". El paseo fue oficialmente inaugurado por el rey Alfonso XIII en 1916.

También fue Juan Rafael Alday el autor de los dos obeliscos y las monumentales farolas que flanquean la primera rampa de acceso a la playa de La Concha, dando, junto con la artística barandilla, el aspecto de estilo modernista y tan del gusto de la Belle Époque al paseo donostiarra.

No sucedió lo mismo en el paseo del Muro de la playa de San Lorenzo, donde el diseño austero de su barandilla recuerda más a la imagen de una ciudad industrial postmodernista y más conforme con el estilo racionalista.

En su trabajo "El Muro de San Lorenzo: cien años de diseño urbano", Rosa María García Quirós, profesora titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo, da fe de la importancia del diseño de la barandilla del Muro al escribir: "Será, por tanto el arquitecto municipal de la época, García de la Cruz quien se encargue del diseño del nuevo Muro de San Lorenzo y para ello se aplica al proyecto de uno de los elementos más representativos de este entorno y que acabó convirtiéndose en emblema e imagen de la ciudad: la barandilla de delimitación del muro, unas simples pilastras cuadrangulares de sillería caliza colocadas a una distancia aproximada de unos 20 metros, que tienen entre sí columnas de fundición unidas por una doble línea de tubos pasantes de sección cilíndrica; esta sencilla balaustrada será la que se coloque en lugar de la primitivamente proyectada, de estética modernista, mucho más compleja y ornamental, en la que se entrelazaban sinuosas formas curvas, y que nunca llegó a colocarse".

Aunque no coincidan los diseños artísticos de las barandillas gijonesa y donostiarra, en sus respectivos arenales de San Lorenzo y La Concha se pueden ver dos de los escasos ejemplos de la denominada arquitectura Racionalista Náutica: en Donostia, en la parte más oriental del paseo, próximo al Ayuntamiento (el antiguo Gran Casino), el edificio del Real Club Náutico, de los arquitectos José Manuel Aizpurúa y Joaquín Labayen, de 1929, y en Gijón, de 1933, la Escalera Monumental de Acceso a la Playa de San Lorenzo (La Escalerona), de José Avelino Díaz y Fernández Omaña.

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