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Tras perder su especialización infantil el Festival de Cine tuvo que empezar de cero

El edil Aladino Cordero asumió la dirección para marcar otros horizontes

Aladino Cordero.

Sabido es que cuando las cosas funcionan bien y con unos presupuestos mínimos no conviene interferir en su marcha, pero el afán municipalizador de la Corporación también tiró por los suelos todo lo logrado durante los años difíciles por el imaginativo Isaac del Rivero y de la Llana. Él fue quien vio las grandes perspectivas y posibilidades del mundo infantil, en un mundo en el que todavía no se había descubierto el inagotable nicho comercial de negocio en todo lo que rodea a los niños. Con aquellas películas se llenaban todos los cines del centro de la ciudad, en aquellos tiempos en que todavía existían, claro. Y la prueba de su clarividencia está en que entonces solamente teníamos dos canales de televisión, sin apenas programas infantiles, y ahora hay muchos dedicados exclusivamente a entretener a los menores.

Así que tras la errónea intervención municipal ejecutada sin miramientos por Francisco Villaverde saltándose a la torera todas las normas y sin consultar previamente a los órganos preceptivos, se colocó como directora a Victoria Fernández -quien tenía detrás al incombustible Paco Abril que lo sabía todo sobre el mundo infantil y ahí sigue ideando constantemente sorprendentes novedades de entretenimiento-, pero en el Ayuntamiento no se conformaron con eso. De ahí que Aladino Cordero - uno de los responsables de haber convencido en una sidrería de Gijón a Felipe González para que se presentase como candidato a dirigir el PSOE en el rupturista congreso de Suresnes, aunque solamente era un aficionado al cine, sin más- se hizo en agosto de 1986 con las riendas de la dirección y renunció a su especialización en el cine infantil y juvenil, por lo que fue preciso empezar desde cero.

El afán emulador de festivales consolidados como San Sebastián era el punto de mira, pero conseguir algo así iba a ser tarea imposible. Si con dos millones de pesetas se había conseguido que el mundo volviese los ojos una vez al año hacia Gijón con el Certamen Internacional de Cine para la Infancia y la Juventud, se pensaba que con veintinueve millones de pesetas -aportados por el Ayuntamiento, la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias y el Ministerio de Cultura- todo iba a ser coser y cantar. Pero no, el festival de cine tardó mucho tiempo en lograr encontrar un camino de éxito. Atrás quedaban veinticuatro años de un festival consolidado que se organizaba con cuatro perras y hubo que afrontar la larga travesía del desierto durante muchos años.

El abandonado conjunto de la Trinidad, destinado a museo. El hundimiento de la techumbre de la sacristía del conjunto de La Trinidad, todo un monumento arquitectónico propiedad de la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias, motivó que los ojos volviesen hacia él y se buscase un aprovechamiento futuro. Si el lanzamiento de Nicanor Piñole lo montó la familia Sitges, otro tanto pasó con la ocurrencia de dedicar aquel edificio al pintor extremeño Juan Barjola por las influencias de la familia Orejas. En Gijón somos así: a nuestros mejores pintores todavía vivos como Antonio Suárez y Orlando Pelayo no se les concedió el honor de un museo monográfico, pero para los que vienen de afuera vía libre. Juan Galea Barjola (Torre de Miguel Sesmero, Badajoz, 1919-Madrid, 2004) y su esposa la asturiana Honesta Fernández Calzón formalizaron el 9 de marzo de 1985 una donación de un centenar de obras al Gobierno del Principado de Asturias, con la condición expresa de que fuese habilitada una sede para su exposición permanente en un museo para que éstas pudieran ser puestas en valor.

Dicho y hecho. Nada más formalizarse el legado, el Principado inició la restauración del edificio cedido por Cajastur que une el Palacio de Jove-Huergo y la capilla anexa construida en el siglo XVII, ejemplo de arquitectura barroca. El proyecto, como también era previsible, se le adjudicó a los arquitectos José Antonio Galea Fernández, hijo de Barjola, y Álvaro Llano. Todo quedaba en casa y se miró para otro lado cuando destruyeron impunemente la parte posterior del conjunto arquitectónico para colocar allí un antiestético muro que va en contra de las mínimas normas racionales urbanísticas. Pero así fue, ante el silencio de todos los que lo consintieron. Hasta se le nombró Hijo Adoptivo de Gijón, aunque no conviene olvidar que sus obras más importantes serían donadas al Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo. Cada cosa en su sitio.

Desmantelamiento del gasómetro del barrio de La Arena. Una buena operación urbanística fue el desmantelamiento del antiguo gasómetro que Hidroeléctrica del Cantábrico mantenía incomprensiblemente en la calle de Ezcurdia, en pleno barrio de La Arena en expansión, a pesar de que había dejado de funcionar en 1985. Once años después el Ayuntamiento llegó a un acuerdo para crear allí una gran plaza como zona verde, complementada con un aparcamiento subterráneo que falta hacía para cubrir las necesidades de estacionamientos ya que las casas que hasta entonces se habían construido carecían de garajes. El edificio sería uno de los últimos proyectos realizados por el inolvidable arquitecto Juan Bautista Martínez Gemar -que se nos murió antes de que fuese finalizado- y de las obras de construcción se encargó Ángel Rodríguez, con su empresa Arcisa. De esta manera desaparecían unas instalaciones industriales obsoletas que carecían de sentido en pleno casco urbano.

Miscelánea local. El presidente de la Junta del Puerto de Gijón, Carlos Zapico Acebal, puso en marcha la espectacular operación de la creación del puerto deportivo dando el primer paso con la inversión de nueve millones de pesetas para pavimentar el paseo del muelle de Lequerica. La Universidad de Oviedo participaría, por primera vez, en la Feria Internacional de Muestras de Asturias, gracias al aperturismo de su nuevo rector Alberto Marcos Vallaure, un catedrático de Geodinámica que con una decidida voluntad democrática abriría nuevos horizontes universitarios en la entonces muy anquilosada institución académica. Y así, también, gracias a las alas que le dieron a Moisés Llordén Miñambres, se lograría dar una mayor actividad a la Cátedra de Extensión Universitaria con la organización de unos cursos de verano en los que participarían ochocientos alumnos para saber más sobre la génesis de la historia de nuestra ciudad y también sobre la nueva historiografía en torno a la Guerra Civil en España, por aquello de que no es bueno olvidar de dónde venimos para evitar volver a una situación similar con tanto enfrentamiento político y social que tan preocupante nos resulta.

La Asociación de la Prensa de Gijón recuperaría las que habían sido tradicionales verbenas de la prensa, con las actuaciones en "El Parque del Piles" de Rosa María Lobo y el chileno Walter Suárez -quien luego lanzaría a su esposa Susana como ídolo infantil con sus pegadizas canciones- además de los grupos "Cuélebre" y "Alpaca". La walkiria Gunilla Von Bismarck promocionaría en Gijón artículos de joyería, lo que constituyó todo un éxito propagandístico ya que hasta fue motivo de que la fotografía de su llegada al Aeropuerto de Asturias sería motivo de primera página. José María García aseguraría aquí -¡ojo al dato!- que cuando se retirase iba a poner una vaquería en uno de los pueblos del occidente asturiano, pero del dicho al hecho siempre va un trecho. El histórico grupo "Los Stukas" lanzaría su disco LP -todavía eran tiempos de vinilos- con el título "Tren de perdedores". Su líder Carlos Martagón lo justificaría aseverando que "en Asturias somos pocos y desunidos". Desde luego, no le faltaba razón.

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