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Gran oposición de los vecinos a construir más viviendas en el Cerro

Los urbanistas quisieron demoler las dos torres del San Eutiquio, pero ninguna de las propuestas para dinamizar Cimavilla se tuvo en cuenta

El edificio de la Fundación San Eutiquio en Cimavilla. LNE

Las dudas que siempre tenía el alcalde José Manuel Palacio lastraban acuerdos consensuados en aquellos tiempos en los que se estaba fraguando el nuevo urbanismo rupturista con épocas pretéritas en las que todo valía siempre que se pagase un ridículo impuesto para lograr la impune permisividad y vulnerar la edificabilidad racional. Y así nos iba. Las indecisiones en la Casa Consistorial eran el pan nuestro de cada día. El urbanista Ramón Fernández-Rañada a quien se le había encargado el nuevo Plan General de Ordenación Urbana se quejaba de la indefinición de la Corporación Municipal que -a pesar de haber contratado a su equipo de lujo tras el preceptivo concurso público- no lograba que sus propuestas fuesen respaldadas. Tal parecía que no se confiase en ellos.

Así que la papeleta que tenían ante sí con la ordenación urbanística del recuperado Cerro de Santa Catalina también fue un motivo de grandes polémicas populares. Las propuestas hechas por el arquitecto asturiano Francisco Pol para dinamizar el antiguo barrio de pesquerías caían en saco roto.

Ya entonces se había advertido de los grandes problemas de futuro con el envejecimiento de la población y la falta de dinamismo empresarial para dar más vitalidad al antiguo barrio de pesquerías. Una de sus propuestas fue la construcción de ochenta viviendas para tratar de crear una especie de pantalla estética a fin de que todo lo que se hiciese en el Cerro de Santa Catalina tuviese una cierta coherencia, al tapar las barbaridades urbanísticas que allí se habían tolerado, se topó con la férrea oposición de la Asociación de Vecinos "Gigia", por lo que el alcalde José Manuel Palacio advirtió de que se trataba de una opción muy difícil. De ahí que, tras reflexionar, el arquitecto Paco Pol pasó de ochenta a cincuenta viviendas de unos noventa metros cuadrados, en edificio de tres plantas y con soportales.

Por otra parte, tanto Ramón Fernández-Rañada como Paco Pol defendieron la demolición de las dos torres del edificio de la Fundación de San Eutiquio para tratar de aliviar su impacto visual desde el cerro de Santa Catalina.

Pero nada se hizo.

Una historia que se remonta a principios del siglo veinte

La historia de la Fundación San Eutiquio se remonta a principios del siglo XX cuando Eutiquio García-Sala falleció soltero y nombró heredero universal de todos sus bienes al párroco de San Pedro, Ramón Piquero, quien inició todos los trámites para que los Hermanos de la Salle dirigiesen la escuela benéfica que quería crear en el barrio de Cimavilla. Así fue y, en consecuencia, Ramón Piquero hizo testamento dejando todas las propiedades heredadas a la institución creada por él con el nombre de Patronato de las Escuelas de San Eutiquio. Pero el dinero heredado, como es lógico, se acabó y en los años cincuenta, tras no aceptar las cuotas a pagar por los alumnos propuesta por el párroco de San Pedro, los conocidos popularmente como "baberos" se fueron en 1958. Siete años después regresaron para hacerse cargo de dos institutos creados por la diócesis en los barrios obreros de Roces y La Calzada. La vieja escuela de Cimavilla fue demolida en 1963 y entonces fueron iniciadas las obras de construcción de un edificio de cuatro plantas para crear el "Centro Experimental Marítimo Pesquero". En 1967, la Fundación y el Ayuntamiento firmaron los oportunos protocolos para crear allí la "Escuela de Náutica" recibiendo la autorización para ser un centro de formación profesional reconocido oficialmente de conformidad con el Programa de Promoción Profesional Obrera. En los años setenta inició nuevas actividades docentes con clases de automoción, electrónica y secretariado, completándose con los cursos de segundo grado de Formación Profesional.

Tras la recuperación del cerro de Santa Catalina, todos se dieron cuenta de que aquel edificio que -contando con las preceptivas licencias municipales en tiempos en que las cuestiones de volumetría y demás no se valoraban- en cuyas aulas tantos servicios docentes había prestado a la población, no encajaba con la estética deseada para potenciar el futuro del barrio de Cimavilla.

Pero seguimos igual, sin ejecutar -después de tres décadas- soluciones para dinamizar el barrio que tiene ante sí un futuro que el vecindario no siempre quiere ver.

Las cosas como son.

Judicialización de la vida municipal

Mientras tanto, la desintegración del grupo municipal del PSOE proseguía tras los enfrentamientos entre Luis Aurelio Sánchez y José Luis Ortiz Hornazabal. El crítico concejal que había pasado al grupo mixto le pidió a Carmen García Bloise una indemnización de veinticinco millones de pesetas por haber afirmado públicamente que José Luis Ortiz y él habían tenido juntos "relaciones comerciales inaceptables", lo cual demostraba a las claras que la secretaria de organización del PSOE hablaba de oídas y no estaba informada de nada de lo que realmente había pasado.

Por su parte, José Luis Ortiz presentó una denuncia en la Inspección de Guardia de la Comisaría de Policía acusando a Luis Aurelio Sánchez de "ocultación de un delito a la justicia" que fue tramitada por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3. En su argumentación alegaba que al no haber informado Luis Aurelio Sánchez sobre los hechos denunciados estaba cometiendo un delito al tratarse de un cargo público.

La constitución del PASOC de Alonso Puerta

Luis Aurelio Sánchez tras desenterrar el hacha de guerra afirmó que José Manuel Palacio no podía ser el nuevo candidato a la Alcaldía por el PSOE, al no haber asumido sus responsabilidades en este conflicto interno de corrupción. Siempre en busca de nuevos horizontes políticos, Luis Aurelio Sánchez anunció la constitución en Gijón de la agrupación del Partido de Acción Socialista Español (PASOC) que lideraba el gijonés Alonso Puerta -príncipe de los jesuitas de la promoción de 1961- quien siendo teniente de alcalde también había denunciado la corrupción en el Ayuntamiento de Madrid, cuyo alcalde era Enrique Tierno Galván por la adjudicación de la contratación del servicio de basuras a cambio de una comisión.

El político asturiano fundador de "Cubera" Etelvino González así lo rememoró en su día a LA NUEVA ESPAÑA: "La crisis de Alonso Puerta y su expulsión del PSOE la seguí en primera línea. Nadie vio, o los dirigentes del partido no lo sospecharon, que eso conducía a los caminos que hemos visto después. Alonso Puerta era secretario general del PSOE de Madrid y denunció unas adjudicaciones irregulares y un trato de favor en el Ayuntamiento de Madrid. Todo aquello lo viví en primera fila porque cuando a él le llama la comisión de conflictos yo lo estaba esperando en mi despacho de la plaza Mayor para que me contara qué había pasado. Me lo explicó y no me lo podía creer. Aquello no quebró mi confianza en el partido, pero sí en ciertos dirigentes".

Así se destapaba todo un proceso de corrupciones que nadie se podía esperar. A mí ya me lo había advertido el gran periodista Paco Ignacio Taibo -quien no se exilió a México por motivos políticos, aunque su hijo se empeñe siempre en seguir faltando a la verdad- cuando se sintió indignado tras una visita del todopoderoso Alfonso Guerra al Distrito Federal cuando le dijo que los del Partido Revolucionario Institucional (PRI) -que gobernó el país azteca a su antojo durante décadas subvencionando, incluso, las campañas políticas de sus opositores- eran "unos aficionados".

El tiempo, desde luego, le dio la razón a Alfonso Guerra.

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