Un gijonés ha sido condenado al pago de una multa de 1.080 euros por conducir bajo los efectos del alcohol y negarse después a hacer la prueba de alcoholemia. De hecho, y pese a recurrir la sentencia -ratificada ahora por la Audiencia Provincial-, llegó a reconocer que se quedó dormido en un semáforo y con el motor en marcha.
De todo ello, además, fue testigo la Policía Local, que explicó en el juicio que el conductor presentaba todos los signos típicos de estar bajo la influencia de bebidas como halitosis alcohólica, ojos enrojecidos o el rostro congestionado. Además se mostró violento, llegando a decir que "no me sale de los c. realizar las pruebas". La sentencia le retirá además el carné durante dos años y un día.
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