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AURORA LLORENS | Primera mujer que obtuvo el título de ingeniera industrial en Asturias

"Si sigue la brecha de género en Ingeniería desaprovecharemos mucho talento"

"Me rechazaron en una selección de empleo porque al jefe 'lo mataba la mujer' si trabajaba con una ingeniera"

"Si sigue la brecha de género en Ingeniería desaprovecharemos mucho talento"

Aurora Llorens Menéndez (Gijón, 1962) es Ingeniera Industrial en la especialidad Electrónica y Automática por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Gijón, de la promoción 1979-85. Ella fue la primera mujer ingeniera industrial de Asturias y la primera titulada del campus universitario de Gijón, y actualmente es la jefa de servicio en la Dirección General de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en la Consejería de Industria del Principado. Fue pionera aulas y trabajos entonces masculinos, pero "siempre me sentí arropada".

- ¿Cuándo inició los estudios?

-En septiembre de 1979, en la recién creada Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Gijón, que se había inaugurado el año anterior. El plan de estudios constaba de seis cursos académicos y proyecto fin de carrera, así que cursé los estudios desde septiembre de 1979 hasta junio de 1985 e hice la presentación y defensa del proyecto fin de carrera en octubre del mismo año 1985.

- ¿Cómo recuerda la carrera?

-Los estudios eran duros y con un alto nivel de exigencia. En esos años todas las carreras de ingeniería se caracterizaban por el mínimo porcentaje de aprobados, sobre todo en los primeros cursos, e incluso los profesores se vanagloriaban de ello, como un proceso de "cribado" justificado y necesario.

- ¿Por qué eligió una carrera tan masculinizada?

-En la elección de la carrera influyeron, en alguna medida las expectativas de futuro por la diversidad de salidas profesionales, pero el criterio de mayor peso en la decisión fue la preferencia y el interés por las asignaturas técnicas. Por la mentalidad de la sociedad en aquellos años, sabía y todo el mundo me lo recordaba constantemente, que por mi condición femenina, tendría mayores dificultades para el desempeño de la profesión en el futuro, pero yo tenía confianza en mis capacidades y en ese momento tocaba centrar los esfuerzos en superar con éxito los estudios.

- Se animó a entrar en un mundo en el que no había chicas...

-Por las referencias que tenía de los estudios de Ingeniería de Minas en Oviedo, sabía que la proporción de chicas sería muy pequeña, pero no imaginaba que fuera a ser de tan solo el 1 por ciento. En mi promoción, de cerca de 300 alumnos que empezamos el primer curso, solamente éramos tres chicas. Mis compañeras eran María Jesús Lamela y Magdalena Magadán, que estaban juntas en un mismo grupo, mientras a mí me tocó ser la única chica del otro.

- ¿Se sintió rara rodeada de compañeros varones?

-No voy a negar que al principio era objeto de las miradas y comentarios y sentí distanciamiento por parte de mis compañeros, no de forma malintencionada, sino razonable, como consecuencia de la falta de confianza inicial. Afortunadamente, la situación duro solo el tiempo mínimo necesario para romper el hielo, entablar las primeras conversaciones y en pocos días la relación estaba normalizada y me encontraba completamente integrada en el grupo.

- ¿Y con respecto a los primeros profesores?

-En los primeros años, la mayor parte de los profesores eran asturianos, ingenieros con alta cualificación y experiencia, procedentes de la escuela de Ingenieros de Minas, la de Ingenieros Técnicos Industriales o de las industrias asturianas. A partir del curso 1982-83 se incorporaron profesores de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid. Eran ingenieros industriales jóvenes, que se trasladaron a Gijón, con mucha ilusión para dedicarse a la docencia en esta escuela también muy joven. Muchos de ellos continúan hoy en la EPI.

- ¿Cómo era entonces la Escuela?

-Los primeros cursos eran más teóricos y no teníamos apenas laboratorios, ni equipos o materiales para las clases prácticas. El primer ordenador llegó a la escuela en el curso 81-82, para el departamento de Matemáticas y Organización de la Producción. Se trataba de un equipo monopuesto, de marca Hispano Olivetti, porque según nos explicaron los profesores, en esos años la ley de contratos obligaba a la Universidad a comprar equipos de fabricantes españoles. A partir del traslado a las instalaciones de Viesques, ya dispusimos de un laboratorio para cada departamento, que se empezaban a equipar y dotar de medios, poco a poco y con mucho esfuerzo por parte de los profesores.

- ¿Con qué dificultades se topó como mujer en una carrera técnica?

-Las dificultades empezaban incluso antes de llegar a la universidad. En mi caso, no tuve posibilidad de elegir en el bachiller la asignatura optativa de Dibujo Técnico, porque la Dirección del centro femenino en el que yo estudiaba decidió que como solo tenía interés para cursar carreras técnicas, quedaba totalmente descartada para sus alumnas. Una vez en la universidad, en el trato y las relaciones con compañeros y profesores, no observé diferencias por razón de género, más allá de lo que considero pequeñas anécdotas.

- ¿Por ejemplo?

-Un compañero me preguntópor qué elegí estudiar una carrera tan dura, cuando él daba por supuesto que después no iba a ejercer. También me dijo que "por culpa de las mujeres que se empeñan en trabajar, están las guarderías llenas de niños muy pequeños con los mocos cayendo".

- ¿Y en cuanto al acceso al mercado laboral?

-A pesar de que no participé en muchos procesos selectivos, en más de una ocasión fui interrogada sobre temas personales, con preguntas que nunca se hacen a los hombres: ¿tienes hijos?, ¿tienes pensado tenerlos?, ¿cuándo? Años más tarde, cuando ya tenía hijos, se incorporaron las preguntas: ¿cuántos?, ¿de qué edades?, ¿tienes pensado tener más? Tampoco faltó la pregunta "¿te ves capaz de dirigir una fábrica con más de 300 trabajadores?", que considero fuera de lugar cuando tenía 23 años, ninguna experiencia laboral y estaba optando al primer empleo. Esta pregunta tampoco se la hacían a los hombres. En otra ocasión fui descartada inmediatamente de una selección en una pequeña empresa asturiana ya que al ver mi nombre el responsable de la empresa dijo: "La chica que no venga a la entrevista porque como se entere mi mujer de que trabajo con una ingeniera, me mata".

- Pero encontró trabajo pronto...

-Antes de finalizar el último curso, en marzo de 1985, junto con otros 4 compañeros de promoción, fuimos seleccionados, con la dotación de una beca de un año de duración, para participar en un proyecto de investigación promovido por la Fundación para la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología en colaboración con la empresa Duro Felguera y el Departamento de Electrónica y Automática, dirigido por el catedrático Javier Uceda. Su éxito nos proporcionó a los 5 alumnos becados la posibilidad de incorporación inmediata con contrato de ingenieros del departamento de Investigación y Desarrollo de Duro Felguera, propuesta que acepté al igual que mis compañeros Carlos Rio y Manuel Ángel González; mientras que Hilario López y Manuel Rico se decantaron por la Universidad. También tuve la oportunidad de trabajar como ingeniero en el departamento de software de la empresa S.A.C. (Sistemas Avanzados de Control), del grupo Duro Felguera. En marzo de 1988, accedí a la Administración del Principado de Asturias.

- ¿Cómo ha evolucionado el papel de la mujer en estos 40 años de vida de la Escuela de Ingenieros de Gijón?

-La sociedad española se encuentra en un proceso continuo de transformación del papel de la mujer. En aquel momento no había ingenieras, pero tampoco ministras, ni mineras, ni mujeres en puestos de alta dirección, ni en los cuerpos de policía y guardia civil.Actualmente en Asturias, hay Ingenieras que ocupan puestos de alta dirección en grandes empresas, como la Ingeniera de Telecomunicaciones Paula Beirán, Directora de Telefónica, otras que son investigadoras de prestigio, como la Ingeniera Industrial Marta Hernando, catedrática de Tecnología Electrónica en la EPI de Gijón. También, en mi trabajo en la DGTIC, tengo la satisfacción de trabajar con varias compañeras Ingenieras Informáticas, muy bien valoradas profesionalmente y que desarrollan proyectos con resultados excelentes.

- Aún hay pocas chicas...

-Según datos del Ministerio de Educación, mientras que en ramas como ciencias de la salud, ciencias sociales o humanidades su presencia es superior al 60 por ciento, en las carreras de ingeniería y arquitectura el porcentaje de mujeres se sitúa en el 26 por ciento. Además, hay que tener en cuenta que esta última cifra está desvirtuada, ya que engloba la carrera de arquitectura, en la que prácticamente hay paridad.La situación está aún más descompensada en el caso de las ingenierías TIC, en las que esa proporción es solo del 10por ciento. Mientras se mantenga esta brecha, la sociedad estará desaprovechando mucho talento.

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