"Cuando era pequeña pasaba por delante de Arcelor y tenía claro que quería trabajar en sitio así". Andrea Menéndez, de 22 años, es mujer de cosas claras. "Llegué aquí porque me gustaba, es como si le preguntan a un hombre por qué hace calderería y soldadura, es obvio que porque le gusta; no entiendo por qué a las mujeres se nos pregunta", lamenta, harta de que la interroguen sobre "por qué no me dediqué a hacer peluquería y estética. Simplemente porque a mi me gusta esto", asevera. En el Revillagigedo hizo grado medio y ahora superior de Calderería y Soldadura, hizo prácticas y "como tenía claro que quería grado superior empecé con él". Fue en las prácticas donde se sintió "un poco discriminada" porque "me decían que por qué no hacía otra cosa más femenina". Y "no es cuestión de falta de fuerza ni maña, todo el mundo puede hacer esto, simplemente te tiene que gustar".
