Manuela Herrera Flórez -para todos "Manolita- era una enamorada de Asturias. La matriarca de los Fano Herrero, al frente del negocio de Funeraria Gijonesa, falleció ayer, a los 81 años, en la misma ciudad que la acogió con los brazos abiertos cuando llegó con 9 años de edad.

Pese a que quiso estudiar Farmacia en Bilbao, una enfermedad le impidió salir de Asturias pero tampoco le importó demasiado. Su padre, miembro de la Brigada de Policía Criminal, le metió el gusanillo en el cuerpo y fue de las pioneras en la Comisaría de Gijón. Manolita ingresó como auxiliar administrativa el mismo día que cumplió 20 años. Como hija de un inspector, todos la conocían ya desde niña. "Era como la hijas de todos", contaba. Tras un tiempo en el archivo, entró en el negociado de pasaportes y extranjería. Y pese a lo que pudieran pensar algunos, ella celebraba poder ejercer "mucha humanidad" desde ese lugar. Atendió a miles de extranjeros en 25 años, labor que le sirvió para recibir la cruz al Mérito Policial. Un reconocimiento que ella agradeció por un trabajo que ella consideró siempre haber desempeñado "con la mayor dignidad posible, me he dejado la piel".

Sportinguista "acérrima", "enamorada" del paseo del Muro y de Gijón en toda su extensión, se casó con otro sportinguista de pro, el exconsejero del club rojiblanco Florentino Fano Rodríguez, fundador de Funeraria Gijonesa, de cuyo consejo de administración ella también formó parte. En manos de la segunda generación -integrada por Florentino, Covadonga y Javier Fano Herrero- dejaron el negocio familiar hace ya algunos años. Manolita, vallisoletana de nacimiento pero asturiana hasta la médula, disfrutaba de los crucigramas y la música. "Lo normal de una mujer de casa", decía ella. Cursó estudios en el Santo Ángel, donde aseguraba haber sido "absolutamente feliz" y de donde guardaba "un recuerdo maravilloso". A su marido lo conoció precisamente en sus tiempos de estudiante. Con las fotos que traía a casa su padre jugó en innumerables ocasiones. "Siempre me atrajo el mundo de la Policía, era lo mío", proclamaba orgullosa de sus orígenes.

La capilla ardiente quedó instalada ayer en el tanatorio de Cabueñes, donde la familia recibió las primeras muestras de pésame y mañana, domingo, a las once y cuarto de la mañana, se efectuará el traslado del cuerpo para recibir cristiana sepultura en el cementerio de Ceares. El funeral por su eterno descanso se oficiará el lunes, a la una de la tarde, en la iglesia de San Pedro.