Desde hace 20 años los partos duelen menos en Gijón. El Hospital de Cabueñes fue, en su momento, el primero de la región en implantar el uso de analgesia epidural, un servicio que surgió por la propia demanda de madres, médicos y matronas. "Llegó a convertirse en una parte más del parto. Dar a la luz sin epidural, de repente, parecía extraño. Todo el mundo la pedía y teníamos que atender a madres de muchas ciudades de Asturias y León", explica el anestesiólogo Fernando Cosío.

El doctor Javier Arenas, jefe de sección de Obstetricia y Ginecología de Cabueñes, explica que el nuevo servicio respondió, en su momento, a una "demanda general" de las madres. "Cuando se empezó a hablar de la epidural muchas mujeres no se imaginaban poder dar a luz sin un dolor tremendo. Fue una idea revolucionaria. Llevábamos ya un tiempo escuchando a muchas madres preguntándonos por esta analgesia y sabíamos que se estaba empezando a aplicar en clínicas privadas. Era el paso lógico a seguir", asegura, aunque reconoce también que para el hospital añadir la epidural no fue sencillo. "Tuvimos que pelear por ella. Supuso un enorme esfuerzo por parte del equipo de anestesiólogos, hubo que reforzar personal y los ginecólogos también tuvieron que ampliar sus guardas. Por suerte la institución se mostró interesada desde el primer momento y asumió los cambios. El uso de la epidural figuraba en el Plan de Atención Integral de la Mujer de 1998 y en Gijón no nos queríamos quedar atrás", añade.

El uso de esta analgesia en Cabueñes fue también revolucionario porque, desde el primer día, el servicio se puso a funcionar diariamente y sin interrupción. "Desde el minuto uno supimos que esto tenía que funcionar las 24 horas del día y los siete días de la semana. Al año siguiente, por ejemplo, el HUCA empezó también con la epidural pero tenían horario diurno o lo aplicaban solo en un turno concreto. Nosotros hicimos ese esfuerzo porque, bueno, a una madre no le podías decir que por favor diese a luz de ocho a tres", comenta. "Que después de tanto trabajo y preparación, si no recuerdo mal, juraría que el primer día del servicio ninguna madre pidió la epidural. Al anestesiólogo de turno se le debió de quedar una cara...", bromea.

Al ser el primer hospital de Asturias y de buena parte del Norte en utilizar la epidural, pronto Gijón se convirtió en el destino turístico de preferencia de las futuras madres. "Eso fue lo más gracioso de todo. En ese primer año nos venían madres de toda la región y algunas de León. Nos decían que se encontraban en la ciudad de visita, paseando por la playa como quien no quiere la cosa cuando se pusieron de parto. Pero entraban en el hospital con las maletas, la canastilla y las mantitas del bebé bien dobladas", explica Cosío.

Desde entonces, el uso de esta analgesia ha empezado a bajar un poco, tanto en Gijón como en el resto de hospitales del país. "Al principio todas las madres la querían, pero ahora se está poniendo de moda eso del parto natural, del dolor como una parte más de la experiencia, y algunas embarazadas intentan evitarla a toda costa. Es respetable, pero convendría recordar que la epidural es una analgesia muy segura y que, desde el punto de vista médico, su descubrimiento fue todo un avance en la sociedad moderna. A algunas madres se las chantajea diciendo que la epidural es malo para el niño y que, como acto fisiológico, la medicina no debería intervenir tanto en el parto. No es cierto", recuerda Arenas. "Luego está la otra parte, la de las madres que quieren la epidural a toda costa, pero lo cierto es que a veces dilatan demasiado rápido y no nos da tiempo a ponerla. En general todavía hay visiones un poco equivocadas de lo que es esta analgesia", completa la matrona Visitación Martínez.

Cabueñes, a día de hoy, aplica la epidural en un poco más de la mitad de los partos. "El año pasado la cifra exacta fue del 52%, pero el porcentaje total se incluyen las cesáreas, así que yo diría que estamos más cerca del 60%", explica Cosío. "En el año 2017, de un total de 1.568 partos, aplicamos la epidural a 824 mujeres y la cesárea a otras 287. Pese a ese ligero descenso, lo cierto es que las cifras se mantienen más o menos estables a lo largo de los años", completa.

El anestesiólogo recuerda también que, cuando un médico decide utilizar la epidural en un parto, lo único a lo que tiene que prestar atención es a la propia voluntad de la mujer. "Lo primero es que la mujer lo pida y, por lo general, si la pide nosotros la ponemos. Pero luego, y eso es importante que la gente lo sepa, hay algunos casos en los que médicamente no es posible. Por ejemplo, si la mujer es incapaz de colaborar, si tiene una infección generalizada o algún problema anticoagulante, tenemos que parar. También hay casos de alergias, aunque a día de hoy esto es meramente anecdótico. Y luego es algo más común lo de los partos que avanzan demasiado rápido, como decíamos antes. Pero la norma general es que la madre quiera. Las contraindicaciones no son tan comunes como pueda parecer", resume.

Ahora, el hospital administra también para las madres que lo solicitan el denominado óxido nitroso o "gas de la risa", pero los expertos inciden en las diferencias entre ambos componentes. "La epidural sigue siendo la analgesia más eficiente y la que más garantías tiene. Para nosotros fue un orgullo poder ser los primeros en contar con ella y, ahora, estamos también muy contentos de poder ofrecerles este gas a las madres. Pero no son lo mismo. El óxido nitroso no pasa de ser un sedante. Las mujeres deben saber que, a día de hoy, no hay nada más eficaz que la epidural", sentencia Cosío.