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La formación superior ya no da empleo de calidad: suben los parados universitarios

Gijón alcanza el porcentaje más alto de la década de desempleados jóvenes, 2.359, frente a los 1.689 registrados en noviembre de 2008

Crece la precariedad de los universitarios. El estudio "El estado de la pobreza. España 2018. VIII Informe anual sobre el riesgo de pobreza y exclusión" retrata una realidad que va en aumento desde 2012: el porcentaje de personas pobres mayores de 16 años que cuentan con estudios superiores va en aumento. Sólo en la última década en Gijón ha aumentado la cifra de parados con formación universitaria -ya sea grado, máster o doctorado- un 39%. Así se desprende de los datos facilitados por los servicios públicos de empleo estatal y regional. Junto a ello, el informe sobre el estado de la pobreza, basado en el estudio de la evolución del indicador de referencia AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion), ofrece una visión global sobre el impacto de esta realidad sobre la población en España. Es un trabajo de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión (EAPN) con la que colabora el gijonés José Antonio Llosa, doctor en Psicología por la Universidad de Oviedo y miembro del grupo de investigación "Worforall".

Llosa, que analizó en su tesis la incertidumbre laboral y salud mental en trabajadores precarios y desempleados, forma parte del equipo de la EAPN que ha radiografiado la situación de los titulados universitarios. "Se vuelca la responsabilidad de una situación estructural sobre personas individuales, sin acudir a la raíz de las problemáticas que atraviesa la juventud en la actualidad", señala el investigador. En Gijón esa realidad se traduce en que de los 1.689 jóvenes con estudios universitarios se encontraban desempleados en noviembre de 2008, este año eran 2.359, el porcentaje más alto de la década. ¿A qué responde esa realidad? Un trabajo de los profesores Stefano De Marco y Daniel Sorando para el Consejo Asturiano de la Juventud certifica que el colectivo de los jóvenes es, sin duda alguna, uno de los más afectados por la reciente crisis económica. En Asturias ha provocado un aumento de las tasas de desempleo juvenil, que creció desde 2007 a 2014 en más de 26 puntos porcentuales. Las cifras de empleo juvenil han caído dramáticamente y pesar de que las personas con nivel educativo superior cuentan con una renta media mayor que quienes tienen estudios básicos, trabajar, afirman desde la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión, ya no es sinónimo de vivir en condiciones dignas; en muchas ocasiones esta premisa no es excluyente a la hora de hablar de pobreza. Es uno de los retratos que la crisis ha dejado a su paso: el de los trabajadores pobres. Una situación que resulta "tan desgastante como el desempleo" en términos de salud mental, según Llosa.

Si hasta hace muy poco a la formación universitaria se le presupuso el desarrollo posterior de un empleo en condiciones dignas. Hoy ese presupuesto no existe y la formación superior no necesariamente se traduce en empleos de calidad. "La promesa de que una carrera universitaria conllevará un 'buen empleo' no existe", ratifica el investigador de la Universidad de Oviedo. En términos generales, esta situación produce un retroceso social, ya que la actual generación de jóvenes "es la primera que vive y vivirá peor que sus padres desde el fin de la Segunda Guerra Mundial", remarca José Antonio Llosa.

La precariedad en el empleo provoca una "ruptura de expectativas", que da lugar a un "clima de frustración entre la juventud titulada española", añade.

No obstante, no todo es negativo: esta situación "seguramente será motor de cambio". Según Llosa, ante estas circunstancias, "la juventud -y la población en general- no se mantiene impasible".

Aparte de los servicios sociales de cada comunidad, existen numerosas organizaciones y entidades sin ánimo de lucro que ayudan a amortiguar la pobreza. Desde el punto de vista particular, se puede solicitar un certificado o informe de persona en riesgo de exclusión, que da acceso a bonificaciones fiscales. Aunque no amortigua el golpe personal de hallarse en esa circunstancia.

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