La tarde del viernes casi acaba en tragedia en Gijón. Un varón, que ya ha sido detenido, trató de asfixiar a la gijonesa Ana Fernández bajo el puente del río Piles y, mientras dos agentes de policía se desplazaban a la zona, un ciclista que paseaba por la zona evitó la desgracia. El ciclista, enfermero del SAMU en la ciudad, es Felipe Carreño Morán. Esta es la emotiva carta que la afectada dedica a su salvador:

Felipe. Mi ángel de la guarda.

El pasado viernes 7 de diciembre volví a nacer.

Hacia las nueve y media volvía a casa después de caminar por el muro de San Lorenzo.

Saliendo del pasadizo inferior de la rotonda del puente del Piles a la Avenida de Castilla, un desconocido se abalanzó sobre mí por la espalda, estrangulándome con su brazo.

No me habló, no me pidió dinero. No le vi la cara. Solo trataba de asfixiarme.

Luché todo lo que pude, pero su corpulencia era demasiado para mí.

Ya estaba prácticamente asfixiada, es muy duro porque eres consciente de que tu vida se acaba.

Pero en ese final, apareció un ángel, un VALIENTE con mayúscula, un ciclista, un enfermero del SAMU, Felipe Carreño Morán, al que debo la vida, al mirar vio mi cara completamente morada y se dio cuenta de que no había tiempo.

Se enfrentó al agresor poniendo su vida en riesgo, quien inmediatamente le sacó un cuchillo.

Si Felipe hubiese pasado unos segundos más tarde, no estaría escribiendo estas líneas, no me quedaba oxígeno.

Hasta aquí, un breve resumen de mi segundo nacimiento.

¿Por qué me animo a escribir estas líneas?

En primer lugar, para dar las gracias a Felipe Carreño Morán, el ciudadano que se bajó de su bicicleta de forma generosa y valiente y me salvó la vida. Es difícil encontrar las palabras adecuadas, para transmitirle mi más profundo agradecimiento por su ayuda y valor.

En segundo lugar, manifestar mi agradecimiento a la Policía Local. Todos ellos fueron muy amables y comprensivos con mi estado de nerviosismo, en especial, los dos agentes que detuvieron al agresor. Yo me enfado muchas veces porque me ponen multas, pero el vierne me di cuenta que en lo realmente importante, también están ahí. Aunque a mí me pareció un mundo, porque Felipe estaba en riesgo, tardaron menos de 5 minutos en llegar. Rapidez y profesionalidad.

Y en tercer lugar. Al parecer, quien me atacó es una persona con problemas mentales. A mi memoria viene el triste fallecimiento de un niño hace unos años, en el parque de Isabel la Católica. Otra persona, también con sus facultades mentales alteradas, le quitó la vida delante de su madre. Voy recuperando poco a poco la normalidad, pero en los momentos que aún recuerdo lo pasado, me pregunto: ¿esta persona atacará a otro inocente? ¿Se puede evitar? ¿ Tendrá la suerte de salir con vida como yo? ¿Qué pasa con esas personas con patología mental que andan por la calle y nadie las controla?

Firmado: Ana Fernández Prieto