Una muerte en un accidente de tráfico es una desgracia difícil de predecir que se multiplica exponencialmente si la víctima es un niño. Ese fue el caso de Mireia, la niña de la "sonrisa perpetua" que murió atropellada en la primavera del año 2014 en Gijón y a la que aún a día de hoy se recuerda en el parque al que la pequeña da nombre situado en la zona de Viesques. De forma periódica alguien renueva las flores que se encuentran situadas a la entrada de la zona de juegos infantil a modo de homenaje. Junto a las flores un mensaje con una sonrisa dibujada, también perpetua, recuerda a la niña. Una especia de altar coronado con un mensaje: "siempre juntos, siempre unidos".

Mireia Asenjo Fernández fue atropellada en el barrio de El Coto. Los médicos lo intentaron todo pero no pudieron salvarle la vida. La pequeña no superó las lesiones y falleció de madrugada en el Hospital Universitario Central de Asturias a donde había sido conducida tras una primera asistencia en el Hospital de Cabueñes.

En el parque de Viesques no es el único lugar de Gijón en el que cuatro años y medio después de esta brutal tragedia Mireia sigue en el corazón de todos. Las profesoras del colegio Gloria Fuertes ya reconocieron desde un primer momento que no iban a poder olvidar a la niña. Para los que desde luego no se va a olvidar la tragedia tampoco es para sus familiares. El propio abuelo de la pequeña vio lo que sucedía cuando la pequeña salía del gimnasio. La mala fortuna quiso que un coche aparcado a la altura del número 8 de la calle Tirso de Molina de El Coto arrancara entonces el motor saltando a la acera por lo que en principio parecía un fallo mecánico y arrollando a la pequeña y a otra compañera de once años que también resultó herida pero que en este caso consiguió sobrevivir.