Sara Torres (Gijón, 1997) trasladó ayer al público al universo de su "Phantasmagoria". La poetisa gijonesa presentó ayer en la sede del Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón su nueva obra, y lo hizo acompañada por el pianista Sergio Santurio y con la ayuda de un montaje audiovisual que se proyectó en la sala, que estaba hasta la bandera. Se trata del tercer poemario de la gijonesa, que obtuvo el premio "Gloria Fuertes" con su primera obra, "La otra genealogía", y que actualmente está haciendo su doctorado en una universidad londinense.

La obra, tal y como explicaba esta semana a LA NUEVA ESPAÑA, cierra un ciclo de tres poemarios centrados en la imaginación: "Si 'La otra genealogía' era la posibilidad de imaginar otros mundos con lógicas y organizaciones distintas, 'Conjuros y cantos' habla de pasar de la imaginación a la acción a través de la performatividad del lenguaje de los hechizos". 'Phantasmagoria' rompe un poco con esta línea y, tal y como explica Torres, "no es un trabajo optimista, de celebración, es más bien un libro extraño". De hecho, es una crítica a la imaginación que nutrió sus dos obras anteriores, y cómo los mecanismos de la memoria pueden llegar a encerrarnos en el pasado.

Así lo reflejan sus versos, que la autora recitó ayer: "Llámalo memoria, de qué, quién es, quién vivió lo que me acude" o "¿Dónde pedir que se me permita olvidar? Pero aún no lo deseo, raíz del diente de la encía que aún sigue inflamada...". El pasado y la mente están más presentes que nunca en "Phantasmagoria", en la que Torres explora los procesos de imaginar y cómo nos quedamos encerrados en los mundos representativos del pasado. "Hay recuerdos que nos ayudan pero hay otros que nos bloquean y que no nos permiten avanzar adelante", afirma.

Después del recital, Torres ofreció una charla junto a la poeta ovetense Alba González Sanz en la que ambas analizaron la trayectoria de la gijonesa. Torres empezó con una ronda de agradecimientos: "Es increíble que personas que hemos leído cosas tan poco parecidas y con sensibilidades tan distintas nos hayamos podido reunir aquí. Al final todos compartimos una misma emoción", señaló.

A continuación la autora explicó el significado del nombre de su obra y cómo 'Phantasmagoria' alude "a aquellas presencias que nos acompañan aunque no estén en carne, esas presencias que determinan los espacios para siempre, como un bar en el que te enamoraste o un lugar donde fuiste feliz". "Después de mi obra anterior, en la que rompía con el mundo dado y creaba un universo paralelo, este libro habla sobre algo que es compartido, la imaginación, y cómo algo que nace de un organismo llega a bloquearnos y hacernos vivir sin salida".

Estas ideas también aparecen reflejadas en muchos de sus versos: "En el pasado supo la diferencia. Eran claras, lúcidas, estaban en el texto escrito. Una tensión entre caminos dispares. Luego llano. Estar llano es un peso, sí una necedad, no una ventaja. Nadie mira, tampoco ella, no, ni ella ni nadie recuerdan como era la lagartija o la salamandra".

Este último trabajo tiene mucho que ver con la tesis doctoral de la gijonesa, en la que actualmente está trabajando en una universidad londinense. En ella Torres se vale del psicoanálisis y de la neurobiología para analizar el deseo en lo que ella llama "educación heterosexual". " El trabajo es una crítica de cómo se encauza el deseo dentro de lo que llamo la educación heterosexual, que canaliza la vida en torno al futuro, la pareja y la familia. Cómo seres deseantes que en potencia podría desear de mil maneras ven cerradas las posibilidades de lo vital", explica.

Además de sus tres poemarios, la autora podría ver su primera novela publicada este año. "Es una obra que escribí cuando estuve en Córdoba en una residencia de la Fundación Antonio Gala. Se llama 'Vida Mínima' y es una continuación de los temas que exploro en los poemarios, en el que exploro un cuerpo que está obsesionado con sus propios estados, que es incapaz de desear y que mira el deseo de los otros con fascinación, porque no es capaz de sentir eso", afirma.