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JULIO SÁNCHEZ-ANDRADE | Catedrático de Percusión en el Conservatorio de Oviedo

"Hay muchos músicos con inseguridad que tienen que medicarse antes de salir a tocar"

"Deberíamos educar en un espectro musical más amplio; el repertorio sinfónico está bien, pero hay que enseñar también jazz, heavy o ritmos étnicos"

Julio Sánchez-Andrade, ayer, en el Antiguo Instituto. MARCOS LEÓN

Julio Sánchez-Andrade Fernández (Oviedo, 1953) lleva treinta años dedicado a la docencia musical. Es catedrático de Percusión en el Conservatorio Superior de Música de Asturias (Consmupa), donde da clases desde 2006. Antes fue profesor en los conservatorios de León, Luarca, Avilés y Gijón. Aunque ya está en edad de jubilarse, asegura que se quedará unos cuantos años más, pues aún tiene muchos aspectos que mejorar como maestro. Sobre esto reflexiona en su nuevo libro "Ser profesor de Percusión en un Conservatorio Superior de Música. Trayectorias y controversias de una educación innovadora y equitativa", que ayer presentó en el Centro de Cultura Antiguo Instituto.

- Hábleme de usted.

-Nací en Oviedo. Lo que más me gusta es tocar la batería. Vivo en La Corrada, en Soto del Barco, en una casa suficientemente espaciosa como para que quepan mis dos baterías. Llevo toda la vida tocando con "Nuberu" y durante 20 años en casi todas orquestas sinfónicas que hay en Asturias. Luego me dio por hacer un doctorado en Musicología y otro en Pedagogía. Sobre este último está basado el libro.

- ¿Sobre qué habla?

-Es la experiencia reunida de casi 30 años dando clase, la mía, y la de doce profesores de toda España. Sobre todo habla de la falta de didáctico de los profes. Se nos exige tocar bien, pero no se ahonda en que sepamos dar clase o transmitir. Hay que darle la misma importancia al aspecto didáctico que al interpretativo. Hay una máxima de un compañero que siempre rescato y que dice: "Si te gusta tal intérprete no vayas a clase con él, sino con su profesor".

- ¿A qué hace referencia cuando habla de educación equitativa?

-No me refiero al género (en el Conservatorio de Oviedo tenemos muchas mujeres y suelen organizar ellas mejor el aula que los hombres), sino a la cabida de todos los géneros en la educación general de música. Jazz, conocimientos étnicos? estamos en el siglo XXI y el mercado de trabajo es muy exigente.

- ¿Cómo podría trabajarse la empatía del profesorado?

-Preocupándose de la didáctica. Con conocimientos pedagógicos. Probablemente deberíamos tratar más este campo estudiando pedagogía, leyendo libros? Creo que el psicólogo Howard Gardner propone ahora un tipo de inteligencia nueva que tiene que ver con la docencia.

- También incide en que la educación musical abarque variedad de estilos

-Sí. Deberíamos tratar de educar en un espectro musical amplio. El repertorio sinfónico está muy bien pero en percusión es muy necesario abordar otros campos. Si, por ejemplo, tocas la batería puedes trabajar el jazz, la música de baile, el heavy? no conviene anclarnos en el mundo orquesta. Lo importante es dotar a la gente de conocimientos y prepararlos para mercado laboral. Es decir, una formación que de trabajo y que capacite al alumno.

- Otro de los puntos que trata es el desarrollo de aptitudes como la autoestima. ¿Qué tiene esto que ver con la música?

-Muchos intérpretes tienen inseguridad. Eso les hace tener unas limitaciones que hay que trabajar en coordinación con un psicólogo. He leído estadísticas que señalan un porcentaje alto de músicos que toman medicamentos betabloqueadores en América antes de tocar en un escenario. También me gustaría que se trabajase más la gestualidad, que tanto se expresa con ello un artista. La técnica, el ambiente en el aula? y la felicidad del alumno, porque cuanto más feliz sea mayor es el rendimiento. Y así trato hasta treinta temas, todos ellos secundarios pero de máxima importancia para mejorar la educación. Investigación, sirve para aprender más sobre la interpretación, y sacar mas partido.

- ¿Cuál es el más urgente?

-El más urgente es la calidad humana. La gente tiene que ser buena persona por encima de todo. No sé si seré demasiado optimista, pero yo creo que lo que más valoro es que un estudiante sea buena persona, que ayude a los demás, que no sea un trepa. En nuestro aula hay un ambiente magnífico.

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